viernes. 11.10.2024
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Vistas desde la cima del Nevado Mateo. Fotografía © Laura Sánchez

Perú ofrece al montañero tantas opciones, tantos lugares para perderse y tantos paisajes vírgenes, que hará las delicias de los montañeros más exigentes. Seguramente, el máximo exponente en cuanto a montañas, picos, valles y oferta de montañismo en general, lo encontremos en la fabulosa Cordillera Blanca.

Esta legendaria cordillera atrae desde hace décadas a montañistas de todas las partes del Globo. Lo más fácil es tomar como centro de operaciones la ciudad de Huaraz, capital departamental del mismo nombre, la cual con más de 150.000 habitantes tiene todo lo necesario para organizar las expediciones a las montañas.

Huaraz es vitalidad pero a la vez es pausa. Las abarrotadas calles que rodean el mercado central son un hervidero de personas, el ruido de los taxis haciendo sonar el claxon constantemente, niños saliendo del colegio… todo ello contrasta cuando te alejas unas pocas ‘cuadras’ y puedes disfrutar del aire fresco de las montañas en cualquiera de los parques y plazas aledaños. Sus gentes irradian tranquilidad y amabilidad. Todavía se pueden ver muchas personas vestidas al modo tradicional (aunque cada vez menos), sobre todo las provenientes de zonas rurales que vienen a la capital a realizar sus compras, vender sus productos o ir al banco.

Nosotros aprovecharemos nuestra estancia para hacer dos de las rutas más asequibles de la zona, no exentas de dificultad y que requieren de un buen estado de forma para poder disfrutarlas: el trekking a la Laguna 69 y la ascensión al Nevado Mateo de 5.150 metros. Para ello y tras una intensa búsqueda a través de internet y tras consultar a algunos conocidos, decidimos quedarnos en el Hotel Valery, con categoría de 2 estrellas y quienes por un muy buen precio nos alojaron en su céntrico hotel y nos ofrecieron todo lo necesario para nuestras rutas: guías, transporte, material… desde aquí agradecemos a Eric, Jhonel, Leo y Julio su amabilidad con nosotros, nos hicieron sentir como en casa y seguros en nuestras travesías. Podéis encontrar toda la información necesaria en su web y en su página de Facebook.

El hotel fue muy acertado, con agua caliente (de verdad) y una cama grande y muy cómoda, ideal para un buen descanso después de cualquier ruta. La limpieza es un punto a su favor, te proporcionan toallas y jabón y limpian a diario. Cuentan con recepción 24h, lo cual es importante cuando sales a las rutas de madrugada. En definitiva, se nota que son montañeros y que trabajan para ofrecer lo mejor a aquellos que nos aventuramos a visitar esta increíble y poco conocida región.

La Laguna 69 pertenece al Parque Nacional Huascarán, siendo el trekking hasta ella uno de los más demandados y pronto descubriremos por qué. Ya desde la salida no podemos parar de mirar al cielo, abrumados por las montañas que nos rodean. Los nevados Huandoy, Pisco, Chacraraju, Yanajarro y Yanapaccha, los cuales superan holgadamente los 5.000 metros, serán nuestros guardianes del camino.

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Una llama al comienzo de la ruta. Fotografía © Laura Sánchez

Un apunte: para los que venimos de regiones a menor altitud, es muy recomendable ir preparados para el soroche o ‘mal de altura’ comprando previamente caramelos de coca, hojas de coca para mascar o unas pastillas de farmacia con extracto de coca y más componentes, además de beber mucha agua en el trayecto.

La marcha comienza en un valle precioso donde iremos ganando altura poquito a poco. El día nos ha salido radiante (no olvidéis la crema solar) y ponemos un ritmo tranquilo pero sostenido. Es importante coger un ritmo con el que nos sintamos cómodos, la altura se irá notando mientras ascendemos, sobre todo en los dos tramos del recorrido donde la pendiente será más pronunciada.

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Fotografía © Laura Sánchez
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Fotografía © Laura Sánchez

En total, el recorrido de ascenso nos llevará unas 2 horas y media por un camino perfectamente señalizado en el que no hay pérdida. El tramo final es el más duro, cuando ya estemos sobre los 4.500 metros y el soroche empiece a notarse. Es una sensación extraña, como si estuvieras flotando, además de sentir un malestar general y pesadez en las piernas. Yo, cuando más lo noté fue a la bajada, después de haber estado casi dos horas descansando y comiendo algo.

Eso sí, todo queda en segundo plano cuando terminas el último tramo de ascensión y aparece ante ti la famosa Laguna 69. En ese momento entiendes su fama, entiendes el esfuerzo de la gente en llegar hasta aquí… te encuentras en uno de los parajes más bonitos que hayas podido contemplar en tu vida: una laguna de color turquesa rodeada por abruptas montañas nevadas de más de 5.000 metros donde únicamente impera la ley de la naturaleza. Lo único que desearás es poder quedarte aquí días y días, haciendo rutas y disfrutando de los paisajes.

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Fotografía © Laura Sánchez
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Fotografía © Laura Sánchez
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Fotografía © Laura Sánchez

Aprovechas para comer y descansar mientras valoras lo que tienes ante tus ojos. Éste es un ecosistema muy frágil, el cual está en grave peligro por la reducción de los glaciares. Éstos además suponen la mayor reserva hídrica del país, abasteciendo de agua a todas las localidades de la provincia, incluso en la temporada seca cuando se tira meses sin caer ni una gota.

No podemos demorarnos más; Gloria, nuestra guía nos apremia para que pongamos dirección descendente por el mismo camino que hace escasas horas nos hizo sufrir y jadear hasta el extremo. La bajada se hace sin complicaciones, más allá de las propiciadas por la altitud. Nosotros somos gente de montaña, con una buena cantidad de rutas a nuestras espaldas, pero la sensación de cansancio que experimenté a la vuelta del trekking pocas veces la había sentido en mi vida. La altura es un factor determinante en esta zona y has de saberlo antes de aventurarte. Lo mejor es que estés uno o dos días antes en Huaraz para ir aclimatando tu cuerpo a la altitud, sobre todo si vas a realizar una ascensión a cualquiera de los picos. Así lo hicimos nosotros y fue un gran acierto.

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En la Laguna 69. Fotografía © Laura Sánchez

Porque tras el merecido día de descanso tras subir hasta la Laguna 69, ya estábamos otra vez en marcha con la intención de conquistar el Nevado Mateo, uno de los más ‘asequibles’ de la zona, el cual se puede escalar en un sólo día.

El Nevado Mateo cuenta con 5.150 metros en su cima y para conquistarlo habrá que superar un desnivel de 400 metros en escasos 3 kilómetros. Se atraviesa un pequeño pero precioso glaciar, por lo que será obligatorio ir preparado con casco, crampones y piolet. Es una montaña asequible pero requiere de un buen estado de forma, así como conocimientos previos para moverte por las escarpadas laderas. Nosotros fuimos con guía y es altamente recomendable. Gracias a Leo pudimos ir seguros y con confianza.

A las 2.30 de la mañana habíamos quedado con Leo el guía y Julio el chófer. Nos pusimos cómodos en la parte trasera del Toyota e, incluso, pudimos dormir un rato en el coche ya que teníamos más de 2 horas y media de recorrido hasta los pies del Mateo. La carretera, como comprobaremos a la vuelta, es impresionante y cuenta con infinidad de curvas que harán las delicias de los amantes del volante. Esta carretera se elevaba antes hasta los 5.015 metros de altura, donde se situaba el paso de alta montaña Punta Olímpica, un paso muy peligroso, especialmente en invierno. Hoy en día se ha sustituido el último kilómetro y medio de tramo por el que otrora fue el túnel más alto del mundo: el Túnel de Punta Olímpica, situado a 4.736 m.s.n.m.

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La carretera... Fotografía © Laura Sánchez
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El túnel Punta Olímpica. Fotografía © Laura Sánchez

Aquí pues dejamos el coche y con puntualidad germana nos pusimos en marcha a las 5 en punto con las primerísimas luces de la mañana, nuestros frontales encendidos y las fuerzas a tope para vivir una nueva aventura.

Ya desde el comienzo no hay tregua. Una ascensión donde habrá que ir tirando de manos y que en invierno será necesario ir encordados y con crampones. De momento no lo necesitaremos hasta pasadas unas dos horas y nos encontremos a los pies del glaciar. Será el momento de coger fuerzas, ponerse los crampones, tomar el piolet y encordarse para una segura ascensión.

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El último tramo. Fotografía © Laura Sánchez

Tras unas breves indicaciones, Leo se pone al frente y comienza a abrir ruta. La pasada noche nevó, por lo que tenemos unas condiciones perfectas antes de que empiece a pegar el sol. La ascensión es lenta, acompañada de jadeos y respiración profunda, la pendiente es muy pronunciada y cada paso que damos, cada clavada del piolet nos cuesta, pero la verdad es que disfrutamos la ascensión como enanos. Tenemos toda la montaña, todo el valle y toda la cordillera para nosotros. La sensación de libertad, la frescura del aire y la luz de la mañana te llenan los pulmones y te imprimen una fuerza extra.

Tras una hora de ascensión estaremos en la cima, celebrando la suerte de poder vivir momentos así, felicitándonos y disfrutando de las vistas. Estar rodeados de decenas de colosos de más de 5.000 y 6.000 metros es una sensación indescriptible. Aprovechamos el momento para tomar unas fotografías y descansar mientras aparece la segunda cordada del día, momento que aprovechamos para poner rumbo de vuelta.

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El autor, feliz en la cima. Fotografía © Laura Sánchez
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Laura y Aldo en la cima. Fotografía © Laura Sánchez

El descenso, sin sobresaltos, sí nos hará estar 100% alerta ante posibles resbalones. En algún momento, tendremos que rapelar por las condiciones de la nieve y el hielo y para salvar un último paso complicado, ya llegando a los pies de la montaña. Nos llevará un poco más de 2 horas llegar hasta el coche donde Julio nos está esperando.

Rápidamente nos pondremos dirección Huaraz por la serpenteante carretera. Julio es oriundo de la zona y conoce cada curva y cada recta. Se le nota que es de aquí y nos ameniza la vuelta con historias de los pueblos colindantes y de sus habitantes.

Tras estas dos horitas de vuelta ponemos fin a nuestro primer acercamiento a la Cordillera Blanca. Nosotros hemos realizado únicamente dos rutas, pero hay infinidad de ellas. De ti dependerá investigar y ver cuál se adecúa más a tus conocimientos y expectativas. Lo que es seguro es que elijas la que elijas disfrutarás de uno de los mejores lugares del mundo para realizar expediciones de montaña.