martes. 19.03.2024
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El Ebro a su paso por Tudela. Fotografía de Miguel Ángel García protegida por una licencia CC BY 2.0

Los plaguicidas están diseñados para actuar como tóxicos contra los organismos a los que pretenden combatir, pero también pueden dañar a otros seres vivos.

Muchos plaguicidas han sido prohibidos por causar cáncer, provocar malformaciones o por afectar a la reproducción de animales silvestres y seres humanos. Además, muchos se deberían prohibir por causar malformaciones, enfermedades del sistema inmune, neurológico y del sistema hormonal. Además, la elevada estabilidad de algunos plaguicidas les permite persistir en el medio ambiente y los tejidos vivos, acumulándose a lo largo de la cadena trófica. Son precisamente estas propiedades de toxicidad y estabilidad, las que los convierten en agentes contaminantes nocivos, con elevados costes para la salud y el medio ambiente.

España, con un consumo de 78.818 toneladas en 2014, es el país europeo que más plaguicidas utiliza. Este uso masivo resulta en la creciente presencia de residuos de plaguicidas en los alimentos y en el medio ambiente.

Ecologistas en Acción realizó un informe donde analizaban datos oficiales de los Programas de Vigilancia de la Calidad de las Aguas llevados a cabo por las 10 Confederaciones. Se muestra así una imagen incompleta (debido a la limitación de los datos) de la presencia de plaguicidas tóxicos en las aguas de los ríos españoles, haciendo hincapié en los plaguicidas capaces de afectar al sistema hormonal de animales y seres humanos, los llamados disruptores endocrinos, que convierten a los ríos españoles en auténticos ríos hormonados.

De este extenso informe se extraen las siguientes propuestas para reducir la contaminación por plaguicidas: 

  1. Aplicar la normativa: prohibir el uso de sustancias activas con propiedades de alteración endocrina

Es necesario aplicar cuanto antes la prohibición de utilizar sustancias activas con capacidad de alterar el sistema endocrino, establecida en el Reglamento 1107/2009 de plaguicidas.

El retraso de la Comisión Europea en desarrollar criterios para identificar efectivamente todas las sustancias EDC y aplicar la prohibición a escala europea no impide al gobierno español adoptar medidas en España. Por ejemplo, como ya ha hecho Alemania, podría prohibir el uso de clorpirifós, el insecticida detectado con mayor frecuencia tanto en los ríos, como en los alimentos en España.

  1. Es urgente poner en marcha medidas para reducir radicalmente el uso de plaguicidas en España

Entre los años 2011 y 2015, Dinamarca consiguió reducir el uso de plaguicidas en un 40%. Francia ha puesto en marcha un plan para reducir a la mitad el uso de plaguicidas el año 2025. Dinamarca, Suecia, Holanda y Alemania, han empleado medidas para proteger las aguas superficiales y potables, como zonas de amortiguamiento, monitoreo de plaguicidas, herramientas para reducir la deriva de plaguicidas así como ofrecer información a los agricultores. España debe marcarse un objetivo de reducción del uso de al menos un 50% de los plaguicidas en 10 años, mediante la formación e información de los agricultores y de la ciudadanía y el impulso de la agricultura ecológica. En paralelo, como primer paso se debería prohibir el uso de plaguicidas en zonas públicas (parques, escuelas, campos de golf ) y jardines privados.

  1. Transformar el insostenible sistema agrario industrializado a un sistema agroecológico

Frente al modelo industrial y globalizado de agricultura, cada vez más voces claman por un cambio de rumbo hacia formas ecológicamente sostenibles y socialmente justas de manejo de los recursos naturales. La agroecología plantea formas de manejo basadas a la vez en modernos conocimientos científicos y en los aspectos positivos 52 Ríos hormonados. Amplia presencia de plaguicidas disruptores endocrinos en los ríos españoles que nos aporta el conocimiento tradicional campesino. Se basa en el aprovechamiento de los recursos locales y la biodiversidad, integrando agricultura, ganadería, pesca y silvicultura. Propone el incremento de la diversidad de vegetales y animales utilizados en cada finca, la recuperación de las razas y variedades locales y la diversificación de paisajes como vía para maximizar la eficiencia productiva y ecológica de los agroecosistemas. En general, la agroecología procura la reducción al máximo del uso de productos externos a la finca, maquinaria pesada y combustibles fósiles; la sustitución de los agrotóxicos por un manejo adecuado y por preparados naturales realizados a partir de las plantas locales, la restitución de la materia orgánica al suelo, la gestión eficiente del agua y la humedad en los agroecosistemas, y, ligado a ello, la minimización en el uso de agua de riego.

  1. Actualizar la normativa ambiental al conocimiento científico

Hay que actualizar la normativa para que garantice la protección del medio ambiente y de la salud humana frente a los riesgos ocasionados por la exposición continuada a mezclas de bajas dosis de decenas de plaguicidas y otras sustancias químicas tóxicas. Esto es garantizar la protección frente a la exposición real de la población y del medio ambiente. La normativa actual establece las normas de calidad ambiental y los límites máximos de residuos de plaguicidas en alimentos en base a la evaluación del riesgo de exposición a elevadas dosis de sustancias individuales, sin tener en cuenta además efectos de la disrupción endocrina, efectos sobre el sistema inmunológico, neurológico, etc.

La normativa debe incorporar el ingente conocimiento científico surgido en los últimos 20 años sobre efectos de disrupción endocrina, efectos a bajas dosis, efectos sinérgicos de la exposición a mezclas, curvas dosis -respuesta no monotónicas, vulnerabilidad de la exposición prenatal y en la primera infancia, etc.

  1. Actualizar, ampliar y unificar los programas de monitorización de plaguicidas en agua superficiales

Es necesario adecuar los programas de monitorización llevados a cabo por las confederaciones hidrográficas a los datos de consumo de plaguicidas y a los resultados de los programas de monitoreo de plaguicidas en alimentos. Por ejemplo, el glifosato, el herbicida de mayor uso en España solo se analiza en 5 cuencas. El clorpirifós, el insecticida detectado con mayor frecuencia en los alimentos en España no se analiza en todas las cuencas, y el resto de plaguicidas detectados en gran número de alimentos (cipermetrina, deltametrina, o ditiocarbamatos) no se analizan en ninguna cuenca. Todas las cuencas deberían disponer de un programa de vigilancia de plaguicidas, es necesario ampliar y unificar el listado de sustancias prioritarias y preferentes a vigilar, y garantizar que todas las Demarcaciones Hidrográficas cumplen al menos con sus obligaciones legales de vigilancia. Hay cuencas que no analizan ni siquiera los plaguicidas incluidos en la lista de sustancias prioritarias y preferentes.

  1. Hacer cumplir la ley

Los resultados de los programas oficiales de monitoreo resumidos en el informe muestran el uso extendido de plaguicidas prohibidos en todas las cuencas. Además de una labor de información y concienciación de los agricultores sobre los riesgos para la salud y el medio ambiente, es necesario investigar y denunciar la comercialización y uso de estas sustancias tóxicas prohibidas.

Es necesario trabajar en la confección de un mapa exhaustivo del lindano en España, que reconstruya la trazabilidad de los residuos e identifique la ubicación de todos aquellos vertidos que no están localizados ni detectados, para posteriormente poder proceder a su retirada, tratamiento y a la descontaminación integral de las zonas afectadas, hasta conseguir una completa erradicación de esta carga contaminante en nuestro país, en un plazo de tiempo lo más reducido posible.

Paralelamente, debería modificarse la actual normativa estatal, el Real Decreto 140/2003, de 7 de febrero, por el que se establecen los criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano con el fin de impedir la captación de agua de producción para el consumo humano donde se hayan detectado sustancias prioritarias. Esta ley debería prohibir expresamente la utilización de cualquier agua para abastecimiento a poblaciones donde en algún momento se haya detectado la presencia de lindano, con independencia de la concentración, tal y como se recomienda a nivel sanitario desde diferentes organismos internacionales.

Si te ha parecido interesante, no dejes de leer el artículo Así afectan los plaguicidas al medio ambiente y sus consecuencias sobre el agua

 

Artículo extraído del informe Ríos Hormonados originalmente publicado en la web de Ecologistas en Acción, protegido por licencia CC BY 2.5 ES.


 

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