martes. 19.03.2024
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Vista del interior de la mina estudiada. / David Moreno

Los bosques templados que llevan más de 100 años conservándose tras sufrir siglos de actividad humana todavía no se han recuperado en su totalidad, un periodo mayor de lo que se había estimado hasta ahora. Esta es la principal conclusión de un estudio español.

A simple vista, un bosque que tiene muchos árboles y otras plantas puede parecer recuperado, pero estos árboles, hongos y otras especies presentes deben interactuar y “esto puede requerir incluso siglos”, dicen los autores de un estudio, publicado en la revista Ecosistemas.

Tras un siglo de recuperación después del impacto de la minería la riqueza de hongos se ha restablecido pero no pasa lo mismo con su composición

El trabajo, llevado a cabo en un bosque de hayas al norte de Navarra, se ha centrado en evaluar tanto la riqueza como la composición de los hongos ectomicorrícicos, especies que se encuentran en las raíces de estos árboles y que han demostrado efectos positivos en su crecimiento y supervivencia a través de sus interacciones.

El equipo de investigación, formado por profesionales del Basque Centre for Climate Change (BC3) y de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), ha observado que tras un siglo de recuperación después del impacto de la minería la riqueza de hongos se ha restablecido pero no pasa lo mismo con su composición.

 Según los científicos, la identidad de las especies de hongos detectadas en las hayas de dentro de la mina es distinta a las de hayas de referencia en zonas que no han sido perturbadas por la actividad minera. Este atributo “condiciona la recuperación de las interacciones entre especies, indispensable para su recuperación plena”, señalan.

Se trata de un estudio “poco común”, como apunta la autora de referencia, Asun Rodríguez, ya que la investigación ha sido realizado en la finca de Artikutza, un lugar en el que no se han producido impactos humanos (explotación forestal, ganadería…) desde hace más de 100 años.

Este hecho ha favorecido el desarrollo de un hayedo en buen estado de conservación, declarado Zona de Especial Conservación por el gobierno navarro, en un área que se vio afectada por la extracción de hierro a cielo abierto desde al menos el siglo XIV.

Priorizar la conservación frente a la degradación 

Las conclusiones más relevantes son que bosques templados que llevan más de un siglo conservándose desde el abandono del impacto humano son capaces de recuperarse en cuanto a la riqueza de especies de hongos ectomicorrícicos, pero no sucede lo mismo respecto a la composición de dichas especies, lo cual requiere de más tiempo.

Según señalan los autores, para saber si realmente un ecosistema se ha recuperado del todo “no vale sólo con evaluar indicadores simples como la variedad o riqueza de especies si no que es necesario medir indicadores de recuperación más complejos como las redes de interacción entre especies”.

El equipo de investigación apunta además que, a nivel social, los resultados indican que es importante que la sociedad se conciencie de que “es prioritario conservar antes que degradar porque la magnitud de ese impacto y el tiempo necesario para la recuperación pueden ser mayores de lo que hasta ahora se había valorado”.

Por tanto, según explica Asun Rodríguez, las medidas de compensación tras un impacto humano, como la construcción de carreteras o urbanización, “deberían ser más exigentes que las actuales” porque la recuperación plena de los ecosistemas puede requerir siglos y no pocas décadas “como se asume comúnmente”.

Este estudio da un paso más en la evaluación de procesos de restauración, tratando de analizar dinámicas con un mayor nivel de complejidad, como son las interacciones entre especies, en un periodo de tiempo más amplio (mayor de 100 años).

Es prioritario conservar antes que degradar porque la magnitud de ese impacto y el tiempo necesario para la recuperación pueden ser mayores de lo que hasta ahora se había valorado

 

“La mayoría de los proyectos de restauración realizan una evaluación del éxito durante pocos años, lo que hace que no existan muchos ejemplos en los que se haya hecho un seguimiento durante varias décadas”, comentan los investigadores.

Los autores consideran que en la actualidad “la falta de conocimiento sobre dinámicas a largo plazo a nivel de interacciones entre especies puede estar causando limitaciones en la eficiencia de los procesos de restauración”.

Acelerar los procesos de recuperación

Esta investigación parte de que existen efectos positivos demostrados sobre la presencia de estos hongos en el crecimiento y la supervivencia de hayas jóvenes, en la resistencia de las hayas a la sequía y la descomposición de la materia orgánica de hayas maduras.

A partir de los resultados obtenidos, se abre una nueva línea de investigación para identificar aquellas especies de hongos ectomicorrícicos que desempeñan un papel más importante en la recuperación del ecosistema. Estas podrían inocularse en las plantas que se utilizan en la revegetación de la zona afectada para acelerar su recuperación.

Para ello es necesario cuantificar la interacción entre el haya y cada especie de hongo ectomicorrícico, es decir, estimar cuánto nitrógeno le aporta cada especie de hongo al haya y así poder identificar las especies que deberían priorizarse en las prácticas de restauración.

Fuente: Agencia Sinc


Referencia:

Rodríguez-Uña, A., Hidalgo-Castañeda, J., Salcedo, I., Moreno-Mateos, D. 2019. "Recuperación de las interacciones entre el haya (Fagus sylvatica) y los hongos ectomicorrícicos 140 años después del fin de la actividad minera". Ecosistemas 28(2): 61-68. Doi.: 10.7818/ECOS.1790


 

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