viernes. 29.03.2024

El origen del actual cambio climático se encuentra en la acción del ser humano desde la industrialización. No existe un debate científico sobre las razones del cambio climático: la unanimidad es prácticamente absoluta. Se está poniendo de moda el recurso de negar la realidad de manera estentórea, agresiva y escandalosa.

Dos osos polares
Dos osos polares

Aquellas personas que no viven profesionalmente, desde la política, el activismo o la simple oncienciación lo que ocurre en el debate sobre la incidencia de la actividad del ser humano en el clima y su consiguiente cambio, y por añadido los riesgos y efectos negativos que crea, nos Artículo escrito por Jaime Fernández, publicado originalmente en Bez y reproducido bajo licencia CC BY-NC-ND 4.0podría decir: “Hay un cierto debate científico sobre ello, no se ponen de acuerdo y supongo que detrás está la 'economía' y la 'política'".

Es cierto en parte: el origen del actual cambio climático se encuentra en la acción del ser humano desde la industrialización. Por poner un dato nuevo, desde 2001 se han producido 16 de los 17 años récord de temperatura en el planeta, simplemente eso. Eso significa que el modelo económico y social afecta, y debe cambiar. Sin más.

Lo que no es cierto es la afirmación de que existe un debate científico. La unanimidad es prácticamente absoluta. En pocos temas la evidencia, los estudios, los informes de todo tipo: Naciones Unidas, Entidases ecologistas, gobiernos, Davos,… han coincidido tanto. Sin embargo, se sigue transmitiendo que el debate existe. Esto me recuerda cuando hace años fui invitado a un debate en un canal de TDT de esos muy, pero que muy conservadores en España, monográfico sobre el Cambio Climático.

No hay discrepancia en la ciencia sobre las razones del cambio climático

Invitaron a cinco personas que afirmaban que era un fenómeno natural y que decir lo contrario casi era cosa de “rojos” y a un servidor para mostrar la “pluralidad” del medio. Mi primer afirmación fue que la discrepancia solamente existía en ese debate, en la ciencia no existía. Era unánime. Al final, incluso un famoso “hombre del tiempo” ya jubilado cambio de opinión y dijo eso de: “Aguado tiene razón”.

La base de mi reflexión se debe valorar sobre si estamos siendo eficaces, en este tema y en otros relacionados con un nuevo modelo económico y social más sostenible, en la comunicación dirigida a la acción y al cambio real, o simplemente se trata de ganar debates y logar que alguien diga: “Aguado (ponga el nombre que quiera) tiene razón”.

La tentación de reescribir la realidad

Una de las tentaciones que históricamente sufren los que ejercen el poder es la de reescribir la realidad. Es un error muy humano. El deseo de influir en los demás puede, para algunos, llegar a confundirse con el deseo de engañarles, falsear la información, manipularles la verdad. La capacidad de los medios de comunicación para modificar la percepción que tenemos de las cosas vuelve especialmente agudo ese riesgo de que el poder mienta. Es un peligro que todos debemos esforzarnos en evitar. Es cierto que en política casi todo tiene varias interpretaciones, pero es capital vigilar que ‘interpretar’ nunca llegue a ser un sinónimo cínico de ‘tergiversar’.

Temo que se está poniendo de moda el recurso de negar la realidad de manera estentórea, agresiva, escandalosa

Temo que se está poniendo de moda el recurso de negar la realidad de manera estentórea, agresiva, escandalosa. En cierta forma, incluso ahora se usa el término post-verdad para ello. Podemos entender el legítimo deseo de enfocar las cosas desde el punto de vista de cada uno, pero entre la interpretación y la mentira hay un abismo irreductible. Y la forma más artera y viciosa de mentira es la invención de una pararrealidad, una realidad paralela y falsa que le conviene a quien la fabrica pero que confunde a los ciudadanos.

Si niegas la evidencia y la niegas con suficientes medios durante un tiempo, siempre habrá personas de buena fe lo bastante desinformadas o crédulas o ingenuas como para creer tu montaje. Tarde o temprano estas estratagemas acaban refutadas y desacreditadas, pero entre tanto siembran la desconfianza.

La capacidad de negar lo irrefutable

El negacionismo consiste en la negación pseudocientífica de las evidencias históricas o científicas desde premisas extremistas. En los años 50 y 60 surgieron acciones negacionistas, de revisionismo de la política y la historia. Aunque nunca han superado la marginalidad ni han ganado credibilidad por la falta de pruebas que corroboren sus tesis, estos negacionistas mostraron que se podía negar cualquier cosa, por obvia o irrefutable que fuera, y que siempre habría un auditorio dispuesto a concederle un ápice de credibilidad.

Se ha mantenido en el tiempo el denominado como negacionismo climático: la negación del cambio climático que atenaza a nuestro tiempo. Cuestionan desde la ignorancia más arrogante la evidencia científica de que los gases de efecto invernadero y en general la acción humana están alterando el clima, y con ello el equilibrio de la vida en nuestro mundo. Hoy ya está quedando claro para todos lo irresponsables e interesados que son esos negacionistas climáticos que aún no han plegado velas, ahora hablan de que puede ser cierto, pero no con tanto alarmismo; el planeta tiene capacidad de respuesta y la tecnología y los avances lo cambiarán, sin problema. Podemos seguir haciendo lo mismo.

Didáctica frente al marketing

Decía Einstein que está bien hacer lo más simples posible las cosas pero no más allá de eso. Y de eso se trata. No debemos pretender buscar mejores formas de llegar al “ciudadano” sino mejores formas de convencer, de persuadir, de trasladar ideas y de cambiar la cultura social hacia estadios mejores para todos. Ese es el cambio.

El marketing, en general, estudia al individuo para conocer sus costumbres, sus gustos, sus ideas o tendencias y hacerle llegar un producto o un servicio a su gusto.

Por el contrario, la acción política real, la que emociona, la que cambia la cultura social es aquella que busca la mejor manera de trasmitir, de llegar, de convencer y de dialogar sobre ideas y propuestas. Aquí el marketing ya no sirve, aquí se necesita como siempre la didáctica.

La didáctica es la mejor forma de convencer con argumentos, reflexiones y participación sobre cambios sociales, vías de mejora y avances. Solo pueden ser buenos didácticos aquellos que tienen claro lo que quieren y lo que sienten. Aquellos que tratan de compartir nuevas ideas y nuevos valores. Prevalece el fondo, asegurando las mejores maneras de hacer llegar el mensaje.

Aprender de lo distinto

También dijo Albert Ainstein: "En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento". Creo que es una buena reflexión a aplicar en estos momentos de crisis ambiental, económica y de valores.

En la ciencia, la medicina, la economía y en muchas disciplinas se usa un criterio muy lineal: lo que sirve para una cosa, solo sirve para eso. Es una vez más una visión lineal y utilitarista. Así se crean analgésicos para quitar el dolor pero luego descubrimos que tienen otras cualidades, formas de medir la economía que tienen otras aplicaciones en la ecología, por ejemplo.

Ver las cosas en la vida desde distintos ángulos nos permite dos cosas: ver realmente las distintas caras que tiene y nos obliga a ponernos en el lugar de otros. Dos actitudes esenciales en la política. Complementariamente es bueno, muy bueno, observar los problemas y buscar las soluciones con las “gafas” de otros. Nos dará igualmente varias perspectivas.

Tenemos que ver las cosas desde otros ángulos, hacer verlo así a los demás, ponerle carga emocional, sentir emoción por lo que contamos y la transcendencia de ello, utilizar las mejores herramientas de comunicación y didáctica. No nos quedemos en tener razón, sino en hacer que sea razonable el cambio.

Sí, en todo momento hablaba de cambio climático, solo que desde otra perspectiva.

Artículo escrito por Miguel Aguado Arnáez, publicado originalmente en Bez y reproducido bajo licencia CC BY-NC-ND 4.0