viernes. 29.03.2024
Tristan_da_Cunha_ASTER
Photo by NASA ASTER/Public Domain

El ser humano ha tenido que adaptarse a todo tipo de entornos con el fin de subsistir. Algunos espacios son muy predispuestos de manera natural en relación a construir ciudades o núcleos poblacionales; pero edificar en algunas regiones determinadas se convierte en todo un calvario. En este segundo grupo es donde ubicamos el territorio que hoy describiremos; hablamos de Tristán de Acuña, archipiélago que está considerado como la zona más aislada del planeta. Se trata de un grupo de islas que se subdividen en Inaccesible, Nightingale, la Isla de Gough y la Isla Gonçalo Alvares. Todos estos pequeños territorios dependen de la Isla de Santa Elena, ubicada en la mitad del Océano Atlántico y a 2000 kilómetros de distancia de la primera zona ocupada. En total, hablamos de seis islas que suman una superficie de 207 kilómetros cuadrados y 293 habitantes según el censo del año 2016. La única localidad del archipiélago se conoce con el nombre de Edimburgo de los Siete Mares, un título que denota el exotismo que alberga y los nexos que la vinculan con el territorio británico, ya que el duque de Edimburgo la visitó cuando inició su vuelta al globo terráqueo en 1867.

Las características inherentes de esta región hacen volar nuestra imaginación. Este paraíso insular resultaría un emplazamiento perfecto para albergar un villano similar a los que aparecen en las novelas de Ian Fleming. El autor de James Bond, utiliza este tipo de espacios en su creación literaria, como es el caso de la obra Dr. No. Cabe recordar que muchas de sus obras también exploran diversas realidades sociales, como puede ser Casino Royale, donde se puede explorar la realidad del casino, junto con su popular ruleta, que hoy en día es conocida por la ruleta online y sus curiosidades inherentes.

Edinburgh-Tristan

Photo by Edinburgh of the 7 seas 07//CC BY-SA 2.0

Actualmente, nos puede parecer una utopía el hecho de residir en el lugar, pero tiempo atrás era una visita obligatoria para todos aquellos barcos que necesitaban realizar una parada en su travesía. Su descubrimiento lo debemos ubicar concretamente en 1506, cuando un navegante portugués, llamado Tristao da Cunha, le otorgó su nombre. Este personaje pudo ostentar el cargo de virrey de la India Portuguesa, estaba llamado al éxito, pero debido a una incapacidad visual no pudo ejercerlo. Su consuelo fue ceder su nombre a la región.

La primera ocupación humana en Tristán de Acuña tuvo lugar en el siglo XIX, cuando el territorio pasó a formar parte nada más y nada menos que de la corona inglesa. Fue a partir de 1816, para evitar que las tropas francesas de Napoleón Bonaparte la utilizaran como trampolín para salvarlo. Cabe recordar que el general francés fue condenado al ostracismo en la Isla de Santa Elena.

Como curiosidad, cabe destacar que, debido a una erupción volcánica, sus habitantes tuvieron que ser evacuados en 1961. Una de las montañas más elevadas que presenta la orografía del territorio es un volcán, y cuando entró en erupción se tuvo que encontrar una solución a esta problemática. El contacto mínimo que habían tenido con la civilización, provocó que al entrar en Calshot, una localidad del Reino unido, fueran contagiados de enfermedades que para su colectivo eran totalmente novedosas. El grupo que se sobrepuso a este tipo de infortunio retornó a casa en 1963, pero el territorio había cambiado diametralmente debido a la acción de la lava y al abandono del espacio.

El principal modelo de mercado de la región se basa fuertemente en la subsistencia, ya que, al encontrarse en un contexto tan aislado, dificulta el comercio exterior. Principalmente la ganadería y la agricultura se convierten las dos actividades más usuales, junto con la pesca. La filatelia también juega un papel especial en la captación de nuevos ingresos. La región dispone de una emisora de radio, un campo de fútbol y una piscina. Varios equipamientos locales que convierten la vida diaria en mucho más sencilla. Uno de los elementos que más impactan es que no existe ningún tipo de aeropuerto, y la única manera de llegar es mediante un transporte acuático. Cada año ancla un buque, conocido como RMS Saint Helena, que ayuda a abastecer la localidad con varios productos y bienes de primera necesidad.

El colectivo que conforma la isla es muy interesante, ya que sólo existen ocho apellidos diferentes. Las personas suelen casarse con habitantes de su entorno que inevitablemente albergan un antepasado común. Si los urbanitas habíais pensado que adentrarse en el pueblo de vuestros abuelos era toda una aventura, atrévete a pasar una larga estancia en Tristan de Acuña, el lugar más aislado del mundo. Un paraíso para los nómadas.


 

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