jueves. 28.03.2024

Los árboles son las mejores esponjas para atrapar el CO2 que liberamos los humanos en la atmósfera

Cada año se talan 15.000 millones de árboles, y lo que es peor, el número de ellos ha decaído un 46%

Ineficacia energética: el ganado consume hoy más proteína comestible para los humanos de la que produce


El 22 de abril de 2016, Día de la Madre Tierra, representantes de más de 170 países se reunieron en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York para firmar el acuerdo de París sobre el Cambio Climático, que se aprobó en diciembre de 2015. Uno de los objetivos de ese acuerdo es conseguir que la temperatura global suba menos de dos grados centígrados en lo que queda de siglo y para ello la primera medida será plantar 7,8 millones de árboles en los próximos cinco años.

Quizá sea una obviedad, pero ¿por qué eso servirá para reducir el calentamiento global? Sencillamente porque los árboles son las mejores esponjas para atrapar el CO2 que liberamos los humanos en la atmósfera. Naciones Unidas calcula que “media hectárea de árboles maduros absorbe la misma cantidad de dióxido de carbono que produce un automóvil circulando durante 42.000 kilómetros”.

Existen otros métodos, como la captura y almacenamiento subterráneo del CO2 que se produce en plantas energéticas y grandes instalaciones. Aparte de ser más cara que plantar árboles es una tecnología todavía en desarrollo con una eficiencia que se calcula entre un 9 a un 12 % de aquí a 2020, y que se piensa que alcanzará entre 21 y un 45% en el año 2050. Cuenta además con un problema tecnológico como son las posibles fugas de CO2, ya sea por la enorme dificultad para impermeabilizar totalmente un depósito subterráneo o, simplemente, porque la Tierra es un planeta vivo, que se mueve.

Así que, de momento y mientras la tecnología no sea segura y eficiente, volvemos a los árboles, que además ayudan en el mantenimiento de los ecosistemas y de las especies de animales. Y aquí tenemos una buena noticia, y es que en el planeta hay ahora mismo 3.000 billones de árboles, según la última estimación. Los científicos que han realizado el estudio reconocen que son muchos más de lo que se pensaba. Del total de árboles, la mayor cantidad, 1.300 billones, se concentran en los bosques tropicales y subtropicales, seguidos por las regiones boreales y las templadas.

Por desgracia, también hay una mala noticia. Los mismos investigadores estiman que cada año se talan 15.000 millones de árboles, y lo que es peor, “el número de árboles ha decaído aproximadamente en un 46% desde que comenzó la civilización humana”. Si esa cifra es cierta, los 7,8 millones de árboles que van a plantar los países para detener el cambio climático no van a ser suficientes, de hecho no supondrán ni un pequeño parche.

La deforestación y la ganadería

Nuestros árboles se enfrentan a un gran número de problemas, como pueden ser los incendios, las plagas y enfermedades, la ampliación de los espacios urbanos y rurales, la tala indiscriminada para obtener madera y, lo peor de todo, la deforestación para generar mayores extensiones de tierra para la ganadería.

Asegura la FAO que “la superficie de tierra total ocupada por el ganado en pastoreo es de 3.433 millones de hectáreas”. Según esa agencia de la ONU, el sector pecuario representa el principal uso antropogénico de la tierra, ya que “la superficie total dedicada a esta actividad es inmensa y asciende al 70 % de toda la tierra agrícola y al 30 por ciento de la superficie terrestre libre de hielo del planeta”.

En la producción extensiva, los bovinos influyen en la degradación de grandes áreas de pastizales y contribuyen a la deforestación y a las emisiones de carbono,  a las pérdidas de biodiversidad y a los impactos negativos en la calidad del agua. Según ese informe, en las zonas tropicales de América Latina, “hay una rápida expansión de los pastizales a expensas de algunos de los ecosistemas más vulnerables y más valiosos del planeta, con pérdidas de tierras forestales, que pasan a destinarse a pastos, del orden del 0,3 al 0,4 por ciento anual”. En algunos lugares como en la Amazonia, no es la tala de árboles sino la ganadería extensiva la razón fundamental de la deforestación.

La importancia de la dieta

Las cifras entre los árboles que destruimos y los pocos que vamos a plantar no encajan.  A partir de ese desfase, investigadores del Instituto de Ecología Social de Viena han realizado un estudio para ver si sería posible vivir en un planeta sin deforestación.

¿Sería posible vivir en un planeta sin deforestación?

En concreto su trabajo ha consistido en analizar 500 proyecciones diferentes para el cercano 2050. Para llevar a cabo la simulación han tenido que falsear un poco la realidad y han imaginado que para ese año vivimos ya en un planeta con deforestación cero, donde el comercio es realmente libre en todo el mundo y los alimentos pueden ir desde donde se producen hasta donde realmente son necesarios. El investigador principal del trabajo, Karl-Heinz Erb, explica a bez.es que no pretendían simular el desarrollo del mundo real, sino “chequear si un mundo sin ningún tipo de deforestación sería posible desde una perspectiva biofísica”.

En su ejercicio han visto que para más del 40% de todos los escenarios no habría espacio suficiente. De las dietas basadas en carne tal y como se consume hoy en día sólo un 15% de los escenarios serían factibles, y el porcentaje aumenta significativamente para las dietas vegetarianas (94%), y sobre todo para las veganas, que indican que se podría alimentar a toda la población mundial en un 100% de los casos “sin necesidad de expandir las tierras de cultivo actuales y además con niveles de rendimientos bajos”.

Hay que tener en cuenta además la ineficacia energética de la ganadería. Afirma la FAO, que “el ganado consume hoy más proteína comestible para los humanos de la que  produce. En concreto, el ganado consume 77 millones de toneladas de proteínas contenidas en los piensos, que potencialmente podrían utilizarse para la nutrición humana, mientras que los productos que suministran los animales solo contienen 58 millones de toneladas de proteínas”.

También opinan lo mismo otros como el químico Luis Antonio Oro Giral, premio Nacional de Investigación, para quien “el sistema de proteína animal es muy poco eficiente y además nos mete mucho colesterol, así que en el futuro quizás seamos todos vegetarianos. Tenemos que modificar nuestros hábitos alimenticios y también los de consumo energético, porque en caso contrario la superficie del planeta no da de sí”.

Las conclusiones no provienen de ecologistas radicales, desde luego Oro Giral no lo es y Karl-Heinz Erb se define a sí mismo como “carnosparisan”, lo que según él significa que come poca carne, una o dos veces a la semana. Informa además de que entre el resto de los autores del trabajo hay algún vegetariano, ningún vegano y el resto tienen una dieta típica de Europa Central.

Aniquilar la idea de que la deforestación es una necesidad natural para alimentar al mundo

Con su estudio buscan “aniquilar la idea de que la deforestación es una necesidad natural para alimentar al mundo”. Erb es bastante escéptico con que de su trabajo se deriven medidas políticas y confía más en los cambios personales de los hábitos alimenticios, “al menos en los países llamados occidentales”.

Y es que hay riesgos contra los que los humanos no podemos hacer nada, como el próximo cambio de polaridad del eje magnético de la Tierra o la llegada de un asteroide gigante, pero sí que podemos elegir qué, o al menos cuánto, comer para provocar la menor deforestación posible. Sobre todo, si eso va a permitir que todos sobrevivamos en este planeta.

Artículo escrito por Jaime Fernández, publicado originalmente en Bez y reproducido bajo licencia CC BY-NC-ND 4.0