Nuestra vivienda, cómo la construimos, con qué materiales y cómo la utilizamos, puede contribuir al ahorro de emisiones de CO2 de muchas maneras. El diseño de la vivienda, atendiendo a las características específicas del lugar, la elección de los materiales, de los sistemas de gestión del agua, de los residuos, la aplicación de energías renovables… son aspectos básicos. Por ejemplo, una vivienda convencional en la que vivan 3 personas, puede llegar a emitir cerca de 21 toneladas de CO2/año. La misma vivienda, edificada bajo los criterios de la bioconstrucción, sólo emitirá 7 t CO2/año.
¿Cómo podemos valorar, en términos económicos, el costo del impacto ambiental producido por una vivienda? Que una vivienda ecológica cueste más es normal y no tendría que sorprendernos si consideramos el ahorro mencionado. La diferencia de costos es debida a esta diferencia de emisiones. Sería necesario calcular la huella ecológica y el ciclo de vida de cada material de construcción, de los sistemas energéticos, de los sistemas constructivos, etc. para poder conocer esta diferencia de emisiones a ciencia cierta. Sin embargo, aplicando simplemente los criterios de la bioconstrucción podemos llegar a ahorros energéticos sorprendentes: entre un 56% y un 83%, con un incremento del coste de un 17% [1].
Según el estudio realizado por el ingeniero y experto en bioconstrucción Ismael Caballero: “el coste por persona estimado sería de 20.800 euros, en las viviendas ya construidas, y de 10.300 en las de nueva construcción. La amortización económica rondaría entre 14 y 29 años y el ahorro de emisiones resulta espectacular. La vida útil de los equipos de producción limpia ronda entre 20 y 40 años para la producción térmica y de más de 60 años los equipos solares fotovoltaicos”. Para este autor “parece absurdo no poner en práctica las soluciones que se proponen”.
Nuestras actitudes y el ahorro
Nuestro comportamiento también puede contribuir al ahorro energético de una manera eficaz. Utilizando el sentido común, al igual que han hecho durante milenios nuestros antepasados, en verano hay que cerrar ventanas y persianas al sur en los momentos de más calor y refrescar la vivienda durante la noche e instalar toldos y sombras. En el caso de viviendas antiguas conviene instalar burletes, cristales dobles, incrementar el aislamiento en paredes y techos mediante forros de fachada, dotar a las fachadas sur u oeste de sistemas de sombreado vegetal… Con medidas como éstas podemos conseguir un ahorro de hasta el 50%. También es importante desterrar bombillas incandescentes, utilizar bombillas de bajo consumo; ahorro del agua (existen muchos artilugios interesantes) y un sinfín de propuestas.
En realidad no es la bioconstrucción (o arquitectura ecológica), ni las energías renovables, ni la agricultura ecológica, ni los productos ecológicos varios que hoy hay en el mercado los que pueden paliar los efectos del cambio climático. Lo que realmente puede cambiar esta cruda realidad es la actitud y aptitud del conjunto de los seres humanos frente a este problema.
¿Cómo ahorra una vivienda ecológica?
- Aplicando los criterios de bioconstrucción [2]:
- Ubicación adecuada.
- Integración en su entorno más próximo.
- Diseño personalizado según las necesidades del usuario.
- Adecuada orientación y distribución de espacios.
- Empleo de materiales saludables y biocompatibles.
- Optimización de recursos naturales.
- Implantación de sistemas y equipos para el ahorro.
- Incorporación de sistemas y equipos de producción limpia.
- Programa de tratamiento de los elementos residuales.
- Manual de usuario para su utilización y mantenimiento.
Notas
[1] ISMAEL CABALLERO: Mitigando la huella ecológica. EcoHabitar nº 10.
[2] Ver criterios completos en www.ecohabitar.org
Artículo escrito por Toni Marín, editor de EcoHabitar y miembro de la Asociación Española de Bioconstrucción, originalmente publicado en la web de Ecologistas en Acción, protegido por licencia CC BY 2.5 ES. El Ecologista nº 54 .
Conéctate con Sal&Roca! Síguenos en Facebook, Twitter e Instagram