domingo. 06.10.2024
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Volvemos al eterno debate de si se ha perdido el romanticismo, de si la ética de la montaña va reñida con la mínima posibilidad de riesgo en una actividad como la escalada. Mi opinión es clara en este aspecto. Si bien existen ciertos ámbitos de la montaña en los que el derecho ha metido la cabeza quizá con cierto ímpetu o de forma bastante impulsiva, creo que existen otros en los que es necesario controlar de forma minuciosa la actividad de algunos montañeros o escaladores; uno de esos colectivos es el de los equipadores.

La razón es obvia: las implicaciones que para muchos practicantes puede tener la colocación correcta de un párabolt o de un químico en un area de escalada (y hablo sólo de areas de escalada y no de grandes paredes o escalada clásica, por cuanto creo que el terreno de juego admite en esos casos ciertas licencias) son enormes dado el número de usuarios de estas “instalaciones” deportivas.

Desde hace algunos años el crecimiento que ha seguido el número de escaladores deportivos ha sido exponencial y con éste, también ha crecido el número de areas de escalada, vías y por tanto, equipadores, muchos de los cuales no tienen ni la suficiente experiencia ni la capacidad para ponerse a taladrar la roca y emplazar el sistema expansivos o de seguro.

¿Quién controla a este ingente número de equipadores noveles? No quiero decir que haya que “titular” a los equipadores con carácter oficial, pero sí se debe llevar a cabo un control de las areas de escalada por parte de las federaciones; ¿imposible? Parece que sí, pero podemos comenzar por las areas más importantes.

Repito, esto parece un intrusismo o un control por parte de la política o de la legislación en el ámbito competencial de la aventura, pero en el futuro será necesario.

Pensemos en escuelas como Rodellar, Montserrat, Cuenca, El Chorro, escuelas en continuo crecimiento gracias a la mano de tantos escaladores. Por ahora parece que solo equipan los que tienen conocimientos, pero pronto comenzará a equipar cualquiera, y no con la mejor técnica o criterio. ¿Cuántas veces nos hemos quejado del equipamiento? ¿Cuántas veces se ha colocado un solo descuelgue cuando serían necesarios dos? ¿En cuantas ocasiones se combinan chapas inox con párabolts cincados?

Hace cincuenta años no se pensaba en esto, de hecho, los clásicos dirían ¡que me cambien mi taco de madera o mi nudo empotrado por un spit! Pero hay que darse cuenta que los tiempos han cambiado, la escalada deportiva (y repito que me refiero solo a areas de escalada deportiva) se ha convertido en un fenómeno de masas y cada vez más.

Una vía equipada sin sentido o con errores de colocación podría implicar un riesgo inminente para muchos escaladores.

Y este riesgo no proviene del propio deporte en sí. No se trata de un riesgo objetivo nacido en el propio seno del deporte de montaña, ni un riesgo asumido de forma objetiva por parte del sujeto. Este riesgo no es intrínseco a la escalada, sino que surge con ella, es producto de su renovación, de la innovación y por ello es tan necesaria una implicación de responsabilidad del que asume conocimientos de equipamiento que no le corresponden.

Lógicamente los problemas prácticos son otros: cuando comiencen las primeras demandas de responsabilidad extracontractual a los equipadores (o solidariamente a las federaciones, clubes o entidades públicas responsables del mantenimiento y supervisión) lo difícil será localizar a ese equipador. Normalmente el círculo en el que nos movemos es pequeño y todos sabemos quien equipa tal o cual vía, siempre que nos quede a mano, pero publicar tales datos, en cuanto nazcan este tipo de exigencia de responsabilidad, será mucho más importante de lo que lo es ahora.

Otro tema de importancia será el de la concurrencia de culpas: tal y como vimos anteriormente, será importante determinar el grado de responsabilidad de cada uno de los sujetos intervinientes, pues me inclino a pensar que, tras un buen informe pericial (reiteramos la importancia de este tipo de informes en caso de juicio), la responsabilidad del propio equipador, en la mayoría de los casos, se verá diluida por un pequeño error de fabricación del sistema de anclaje o, en la mayoría de los casos, por un elemento exógeno (salinidad excesiva, corrosión natural, rotura accidental, etc.).

En definitiva, es importante dotar a los escaladores de conocimientos técnicos sobre equipamiento o incluso regular en cierta medida la instalación de seguros en nuevas vías y escuelas de escalada para evitar tener que enfrentarnos a delicadas situaciones de responsabilidad.

Como digo, el creciente número de equipadores, areas y practicantes, seguro aumentará el porcentaje de accidentes por culpa del equipamiento, Intuyo que muchas de esas responsabilidades se pulirán con la atribución de la culpa a meros accidentes o a la influencia de elementos externos.

Pero hay otras situaciones en las que equipadores negligentes o incluso fábricas de elementos de anclaje sí estarán en el punto de mira, y para esas situaciones, lo mejor no es sólo estar prevenido, sino tener en cuenta nuestro grado de responsabilidad en el asunto y para eso, y para ellos, está escrita esta obra.

Después de mucho bucear por decenas de bases de datos jurisprudenciales, como es lógico, no hemos encontrado ni una sola sentencia que trate el tema de la responsabilidad de un equipador por una incorrecta colocación de un sistema de seguro.

¿A qué nos atenemos entonces para concretar la responsabilidad de los equipadores? Debemos ir al germen de la responsabilidad. El equipador, al igual que el líder de cordada que lleva a su compañero novel a escalar, responde por un uso inapropiado del material de escalada.

Pincha aquí para acceder a la segunda parte

 


Alejandro López Sánchez es abogado, montañero y creador del blog sobre reflexiones jurídicas para deportistas y profesionales Derecho y Montaña

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