jueves. 28.03.2024

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Después de un tiempo sin poder escribir y compartir mis experiencias latinoamericanas, aquí estoy de nuevo, dispuesto a haceros participes de la realidad según mi punto de vista, de haceros disfrutar o aburríos, de abriros los ojos o terminar de cerrarlos.

En estos dos meses más que llevo viajando, mis pasos me han llevado esencialmente por Bolivia y de vuelta a Perú, aunque desde hace unos días me encuentro en Ecuador. No se si actué bien al no hacer una pequeña introducción anteriormente sobre Bolivia, porque creo que ni en toda una vida podría expresar lo que he experimentado y las impresiones que tengo sobre tan increíble país. Pero acepto el reto y aquí lo voy a intentar, aunque se queden cosas en el tintero, espero hacer ver en cierta media lo que es.

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En primer lugar, este país, a nivel geográfico y paisajístico, alberga maravillas difícilmente descriptibles mediante palabras. Recoge una gran cantidad de lugares distintos, desde paisajes andinos, con grandes picos nevados, zonas selváticas con una biodiversidad envidiable por cualquier zona del planeta, desiertos infinitos donde se pierde la vista en un mar de sal y donde se pueden disfrutar de los mejores atardecer es del mundo, parques naturales como Toro Toro, con huellas de dinosaurios, cañones erosionados por el agua durante miles y miles de años y treckings no aptos para cardiacos, o ruinas arquitectónicas testigos de civilizaciones antiguas como la inca o la tiwanaco, considerada por algunxs como la cuna de todas las civilizaciones modernas.13388994_10154239140084868_1659015665_o

Cuenta también con una variopinta cantidad de ciudades, con una historia común, todas parecidas, pero todas diferentes. La Paz, la capital más alta del planeta, está repleta de gente que la convierte en caótica. Estéticamente dista bastante de ser bella, pero no es ahí donde reside su encanto, sino en el caos de la vida diurna, en el ir y venir constante de lxs millones de habitantes que moran sus casas y que se mueven sin prisa pero sin pausa hacia sus respectivos quehaceres.

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Sucre es la capital jurídica del país, todos los grandes casos pasan por allí. La ciudad blanca, como es conocida, es lo opuesto a la otra capital. Es precioso, con monumentos y edificios dignos de visitar. El clima es infinitamente mejor, aunque esto dependa de gustos, siendo aquí la temperatura más alta sin llegar a ser asfixiante. Además se encuentra en un enclave envidiable, con cerros y montañas hechas para lxs amantes del senderismo. Pero lo mejor que posee esta urbe, es que es altamente social. Existen una gran cantidad de movimientos comunitarios a favor de los derechos humanos, movimientos y manifestaciones reivindicativas que ayudan a los colectivos en riesgo. Muchas asociaciones feministas echaron sus raíces en esta ciudad.

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Potosí es otro lugar sorprendente, pero no exclusivamente por su belleza, sino por su historia. Una ciudad pequeña, antaño capital económica del país (que se lo pregunten al imperio español), actualmente en crisis debido a la sobre explotación de los recursos y a la falta de inversiones.

Y así puedo continuar nombrando ciudades como Santa Cruz (quizá la más grande), Cochabamba u Oruro (sede del gran carnaval boliviano), pero no acabaría nunca.

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Es curioso como en un país no especialmente extenso, pueden cambiar tanto las personalidades de la población. En el oeste, zona andina, la gente es más fría y cerrada, siendo más complicado entablar conversaciones de cualquier tipo, mientras que a medida que nos vamos trasladando hacia el este, la situación se invierte. Es probable que la explicación venga dada por las condiciones de vida, siendo más complicadas en el oeste, más frío y menos recursos, lo que históricamente ha dejado a la población menos tiempo para disfrutar de las cosas simples de la vida.

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Fuera de la parte tangible del país, está su cultura y sociedad. Viven bajo el gobierno populista de Evo Morales, quien mucho promete pero poco hace. Como siempre, unos cuantos se enriquecen y una mayoría empobrece. Ellxs aguantan, continúan su camino, se quejan de palabra, pero el activismo real brilla por su ausencia. Pobres, ricos, hombres o mujeres, todxs hablan de lo que no les gusta de su país, pero Evo sigue ahí, se aferra a los escasos cambios positivos que ha logrado y vive de las rentas. Puede estar tranquilo, mantiene a buena parte de la población indígena de su parte y da pasos seguros para perpetuarse en el cargo. Da una educación en la que solo muestra lo que quiere, y no enseña a pensar por si mismo, al igual que pasa en los medios de comunicación. Ofrece soluciones momentáneas y entretenimientos nimios que vendan los ojos de lxs votantes, pero que se convierten en pan para hoy pero hambre para mañana. Para una sociedad que vive al día, es perfecto.

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Un gran problema que vive Bolivia es el incremento de la violencia que se está dando en los últimos años. Violencia de todos los tipos, aunque para mi la más alarmante es la juvenil y la perpetuada contra las mujeres. El gobierno no es capaz de controlar este estallido, lo único que hace es conceder más poder a la policía y exprimir los derechos de los ciudadanos. Y si nos centramos en la violencia de género, la situación es alarmante. Se crean nuevas leyes que sobre el papel son un avance, pero las instituciones no están preparadas para hacerlas cumplir y adaptarse a los nuevos requerimientos. Mientras tanto, las mujeres siguen sufriendo el maltrato de una sociedad fuertemente machista y el acoso institucional.

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En cualquier caso, el tiempo que he pasado recorriendo Bolivia, conociendo a si gente, visitando lugares recónditos y viviendo mil aventuras, ha sido lo más increíble que he vivido jamás, y no son pocas cosas… Sin duda, lo recomiendo fervientemente.

Por mucho que me costó salir del país, lo conseguí, y me esperaba nada más y nada menos que una de las siete maravillas del mundo, bien merecido título, las ruinas de Machu Pichi en Perú. No hay palabras que alcancen a describir tal maravilla arquitectónica. Se me erizaban los pelos por el mero hecho de estar allí de pie e imaginar la civilización inca en su máximo esplendor. No es de extrañar que los colonos españoles nunca pudieran encontrarla.

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Pero como ya os conté en anteriores capítulos, Perú no es solo Machu Pichi. Al haber visitado ya la parte sur del país, mis pasos se dirigieron al norte, donde pude disfrutar de la selva amazónica, para después desparasitarme y curar mis picaduras de los múltiples insectos en las playas norteñas. El Pacífico no tiene el color del Caribe, eso está claro, pero alberga playas salvajes donde puedes relajarte al sol, practicar surf, charlar con la población local mientras degustas un sabroso pez recién sacado del mar o de un coco que tú mismo acabas de recoger de la arena. Ciudades como Huanchaco, Máncora, Zorritos o Puerto Pizarro lo corroboran. No será el Caribe no, pero poco tiene que envidiar.

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Socialmente ya os hablé del país. Solo añadir que las mujeres viven exactamente la misma situación desigual, sumándole que en Trujillo, la segunda ciudad más grande de Perú, existe la mayor tasa de mortalidad materna debido a la ilegalidad del aborto, (incluso ante una violación) y en consecuencia el uso abusivo de métodos abortivos clandestinos y peligrosos.

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Y bien, yo continuo con mi estilo trotamundos por Ecuador. Espero poder contaros más de mi viaje y mis descubrimientos. Es un placer.

Si quieren seguir mi proyecto, visiten mi blog generoporelmundo.com

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