jueves. 28.03.2024
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El viaje a Nepal duró cuatro meses desde octubre del 95 hasta abril del 96, Göran recorrió en bicicleta cerca de 13.000 kilómetros, desde Estocolmo hasta el mismísimo campo base del Khumbu. Fue asaltado por unos colegiales rumanos y agredido por una turba en Pakistán. En Irán, un motorista le golpeo en la cabeza con un bate de béisbol.

 

 

De los 1000 escaladores aproximados que han hecho cima, sólo algunas decenas lo han hecho sin sherpas, ni oxígeno embotellado. Kropp consideraba un lujo injustificable el utilizar Sherpas y llevar botellas de oxígeno semejante a tomar esteroides para competir en los Juegos Olímpicos.

Su quijotesco logro coincidió con uno de los más mortíferos años en el Everest. Unos días antes, la montaña se había cobrado 11 vidas. Kropp abrió ruta a través de la nieve profunda y muy cerca de la cumbre decidió darse la vuelta, el sabia que estaba demasiado cansado para descender con seguridad y apenas a unos 100 metros de la cumbre deshizo el camino. En su descenso fue testigo de uno de los episodios más tristes y en cierto sentido, más polémicos, de la historia de la montaña más alta del mundo.

 

 

Tras una gran tormenta, la probada inexperiencia de algunos escaladores, la muerte de sherpas, guías y alpinistas, el ambiente en el Campo Base era funesto. Pero muchos seguían obsesionados por la cima, no habían querido darse la vuelta cuando el tiempo comenzó a empeorar y avanzó demasiado el día; abandonaron el Campo IV, en el collado sur, ya sin fuerzas ni recursos. Y ocurrió lo que ocurrió. Ocho personas no volverían a bajar de la gran montaña. Entre ellos, los guías Scott FisherRob Hall y Andrew Harris.

Casi nadie reparó en un escalador solitario que, a pocos metros de la cumbre, se había dado la vuelta sin dudar. Mientras muchos morían, el estaba de regreso en su tienda, comiéndose una barra entera de mantequilla.

Tres días más tarde, el clima mejora y muchos de los miembros de otras expediciones deciden seguir adelante y volver a subir.

 

 

Su motivación no era el riesgo extremo ni las escaladas suicidas, sino descubrir, hacer hincapié no en las cimas, sino en los caminos que llevan a ellas. En su nuevo intento, pasó al lado de los cadáveres congelados de Scoot Fisher y otros guías experimentados. Kropp permaneció cuatro minutos en la cumbre, el tiempo suficiente para disfrutar de su viaje y hacerse una foto de su propia cara cubierta de hielo.

Es sólo una muestra de como era Göran Kropp, esquiador, ciclista, escalador, viajero. Tras su increíble aventura, recorrería el mundo, comentando las diapositivas que había hecho durante el viaje. Era tan divertido, que nunca le faltaron citas en su agenda para una nueva proyección, una conferencia, una charla. Los asistentes quedaban impresionados. La fama del “Sueco Loco” se extendía. Los organizadores repetían, en cada caso, que era uno de los mejores narradores de historias que habían conocido.

Se escribió un libro sobre la gesta, y un film que fue galardonado en el Festival de Banff. Dado su poder de convocatoria, registró una fundación y empezó a recoger fondos con los que, con el tiempo, montó un colegio, un hospital e incluso una pequeña central eléctrica en Nepal.

 


 

Jose Manuel Blázquez Alonso es creador y editor del blog Meridianos, pescador y contador de historias en la red desde el siglo pasado. Escritor en evolución continua. Mente inquieta en constante duda metódica.

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