viernes. 29.03.2024
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En una sociedad madura y avanzada como la que nos ha tocado vivir a los ciudadanos del siglo XXI, no se deberían tener que prohibir cosas tan obvias como los envases plásticos de un solo uso. Pero probablemente cada persona, a título individual no es consciente de que la acción de cada uno cuenta. Una pajita en un refresco no tiene la menor importancia, pero cuando te enteras de que en Estados Unidos se consumen 500 millones de pajitas… AL DÍA… la cosa cambia. ¿A qué sí?

No obstante, el plástico, al igual que muchos otros inventos del siglo XX, no es nuestro enemigo. Nos ha hecho la vida mucho más sencilla. Hay que usarlo como es debido, y cuando llega a su fin, depositarlo donde corresponda. Es la acción del hombre la que merece todo tipo de críticas.

Los seres humanos, genéticamente incrédulos, necesitamos, además de que nos lo cuenten (que es la primera fase), verlo. Palparlo con nuestras propias manos. Entonces, y puede que solo entonces, comprendamos que vivimos en comunidad… y que el modelo de vida que teníamos hace 30 años ha evolucionado. Debemos evolucionar nosotros también. El plástico, ese elemento procedente del petróleo es algo trágico, ya que no es biodegradable (es decir, no se descompone con la acción de la naturaleza), pero sí fotodegradable… pues con la luz del sol se deteriora (nunca destruye) y se va erosionando, descomponiéndose en partículas más pequeñas que afectan a la cadena trófica: el pez se come las partículas diminutas de plástico, el hombre se come al pez con el plástico en su interior.

Angela Pozzi, artista, profesora de arte y danza y una de las protagonistas de MUJERES DE LOS MARES, de Ediciones del Viento encontró una fantástica manera de salir de su profunda depresión en la que hallaba sumida tras la muerte de su marido, el artista Craig Pozzi, con el que llevaba 25 años casado.

Se había retirado a una cabaña que su familia poseía desde hacía más de 85 años en Bandon, a las orillas de un lago en Oregon, y todas las mañanas se daba un largo paseo por la playa, intentando encontrar una razón en la vida para seguir adelante sin Craig. Las plegarias son escuchadas, a veces de un modo inusitado… y Angela un día sintió un absoluto rechazo por una montaña de basura que el mar había arrojado a su costa: plásticos de todas las formas y colores posibles, enzarzados entre redes de pescadores, le dañaron la vista. Buscó una mirada de complicidad entre los paseantes, pero estos estaban distraídos recogiendo conchas y guardándolas en sus cubitos, ajenos a esos residuos generados, indudablemente, por el hombre. Se sorprendió tanto que pensó que tenía que idear la forma de que todos los caminantes vieran y se sintieran molestos con los deshechos arrojados por el mar. Pero… ¿qué podía hacer? Entonces le vino a su mente una gran figura, un animal de vivos colores, de varios metros de envergadura y realizada por gente anónima y en grupo, gente que se viera molesta por esa inmundicia.

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De ese modo fue como nació WASHED ASHORE: Arte para Salvar el Mar (Lavado en Tierra) en 2010, una ONG sin ánimo de lucro donde usan el lenguaje de las artes como forma de llegar a la gente, independientemente de su edad, condición social o económica. Para ello, trabajó duro con la comunidad en donde residía. Les explicó el perjuicio de la basura en sus playas, procedente de todo el Pacífico debido a las corrientes de la zona, e impartió talleres donde explicaba cómo conseguir que todos ayudasen a recoger basura con la que pudieran crear figuras de animales enormes.

Se calcula que los océanos reciben al año entre 8 y 12 millones de toneladas de plástico. De hecho, entre California y las islas Hawái se detectó en 1985 una isla formada tan solo de plásticos que hoy alcanza una extensión de 1,6 km2, es decir, como 3 veces Francia, unas 80.000 toneladas de material inerte y tóxico. En toda esa zona no hay vida, porque la opacidad del plástico impide la generación de oxígeno ni la transmisión de luz a sus aguas.

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¿Cómo funciona Washed Ashore?

No se organiza ninguna limpieza de playa, ninguna batida, sino que piden a la gente que cuando vayan a pasear, que lleven siempre un recipiente y si ven basura, que la recojan. Existe un lugar de depósito al lado de la autopista 101 en Bandon, y tienen incluso 75 negocios locales que hacen descuentos si eres voluntario. "Es bueno implicar a la ciudadanía, porque si se hace una batida y se limpia la playa de una vez, los siguientes que la visiten no sabrían que antes había basura y no se habrán sensibilizado". Es decir, se recoge, se guarda y se muestra a la gente a través de las esculturas. Usan entre el 95 y el 98 % de todo lo que se recoge, sin reciclar.

La segunda fase consiste en la revisión del material. Lo enjuagan y lo clasifican por tipos de cosas. Entonces lo lavan con vinagre y jabón biodegradable y lo frotan. Después, la lluvia lo limpia. Es decir, todo el proceso es extremadamente respetuoso con el medio ambiente. Una vez limpio, lo clasifican por colores. Y... ¡comienza el proceso de diseño! Jamás añaden ningún elemento que no se haya recogido de la playa. Ese es el principio básico de esta ONG: solo el material que arroja el mar.

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Angela debe buscar su inspiración entre las montañas de montañas de escombros. Realizará un boceto cuando ya sepa qué figura crear y trabajará con un diseñador asistente. Con este dibujo, acudirá al taller del soldador, donde se elaborará el marco interno. La última fase consistirá en cubrir ese armazón. Es un proceso muy laborioso, ya que la dificultad se clasificará en 4 niveles, para que todos los voluntarios que lo deseen puedan participar en el proceso de creación de este arte comunitario. No puede quedar ningún recoveco sin cubrir, por lo que el proceso de elaboración es un rompecabezas. Hay que observar detalladamente cada elemento, por diminuto que sea, y comprobar cómo encaja.

Con su ilusión renovada, Angela contactó con una galería donde ella ya había expuesto su obra con anterioridad, y les encargaron la primera exposición de WASHED ASHORE. Una estatua tarda en construirse de 2 a 6 meses, y ella y su comunidad crearon 13 animales en 6 meses con la ayuda de todos los voluntarios. Es decir, comenzaron desde el primer momento con una actividad muy intensa, trabajando los 7 días de la semana. Apenas tenía tiempo para nada más. Ni siquiera, para estar triste. Había vuelto a la vida.

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Desde entonces han transformado cerca de 21 toneladas de plásticos arrojados por las aguas en 70 obras de arte público, representando animales, y siempre de gran envergadura. Ahora, con 9 empleados y más de 10.000 voluntarios, lo que Angela inició siendo un intento personal para salvar el mar se ha convertido en un movimiento social que llama a la acción debido a su gran impacto visual y educativo. Es impresionante visitar su página web y ver todo lo que han creado.

“Puedo esbozar cosas, pero básicamente tengo que apilar cosas y luego ser valiente y comenzar a trabajar, porque es una escultura aditiva. No es algo que puedas planear completamente. La gente me pregunta, cuánto de esto usaste y cuánto de eso. No tengo idea. Trabajo en simetría y patrones, formas, líneas y contrastes de cosas, no números”.

El arte puede llegar al corazón de una forma que las cifras, los hechos o la demostración no pueden. Esto hace que Angela y su legión de voluntarios y colaboradores sigan creando arte con un mensaje. Washed Ashore ha creado una figura que es un pez al que llaman "Pez Mordisco": todas las piezas tienen dentelladas de animales que han intentado comérselas, con el resultante perjuicio para ese ser vivo.

Lo más difícil es conseguir crear una personalidad en las caras, por lo que la artista observa con atención muchas fotografías, estudia las características de estas criaturas, sus expresiones o los ángulos de sus cabezas. “Es importante hacer una investigación profunda si quieres ser su voz. También contactamos con zoólogos y biólogos marinos. Leo sobre los animales, pienso en cómo se sentirían, investigo cómo son, qué características tienen. Intento poner todo eso en sus caras. Es como crear un retrato”. El resultado son figuras hermosas, de vivos colores, realistas y atractivas, especialmente llamativas por sus ojos, ya que, como afirma Angela, “los ojos lo son todo”. Y es lo más difícil de conseguir. Porque… el resultado debe ser atractivo para que el público lo mire y comprenda qué ocurre con ese plástico usado y desechado, pero no demasiado para que el mensaje no se diluya. Un equilibrio complicado de conseguir, y ahí es donde WASHED ASHORE se convierte en una ONG única y triunfa.  

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Las figuras son creadas para permanecer en un lugar de forma permanente, como zoológicos, acuarios o centros científicos, pero otras se exponen de forma itinerantes, de forma que su mensaje puede llegar a más rincones.

"Todas estas esculturas fueron hechas porque la gente creía que su acción contaba. Podemos mostrarles un ejemplo visual y táctil. La gente puede hacer cosas increíbles cuando trabajamos juntos. Podemos salir de este lío si todos trabajamos juntos. Sin duda, soy optimista”.


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