martes. 19.03.2024
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Como llevamos tiempo alertando desde organizaciones como WWF, y desde la comunidad científica, el cambio climático está alimentando incendios cada vez más grandes y destructivos, imposibles de abordar por los equipos de extinción: los llamados “superincendios”. En España, la temporada de incendios se confirma como una de las peores de la última década, sólo por detrás de los dramáticos años 2012 y 2009: a falta de confirmación de los datos en los últimos incendios, según los últimos datos oficiales, hasta el 3 de septiembre han ardido casi 85.000 hectáreas, un 17% más que la media de la década. Para WWF, los terribles incendios de 2017 deberían servir para que las administraciones actúen de una vez para evitar un futuro negro y cambien por completo el enfoque de la lucha contra el fuego.

Hasta el 3 de septiembre se han producido en España cerca de 11.000 siniestros, un 15% más que la media de los últimos diez años durante el mismo periodo, según los datos oficiales publicados hoy por el MAPAMA. Han ardido casi 85.000 hectáreas, un 17% más que la media de la superficie afectada en los últimos diez años. Este año también confirma la tendencia sobre los Grandes Incendios Forestales (GIF, los que queman más de 500 hectáreas), que no dejan de crecer: se han producido 20 GIF, un 33% que la media de los últimos diez años, durante el mismo periodo.

“Este verano los medios de extinción han tenido que enfrentarse a incendios que recorrían cientos de hectáreas en unas pocas horas, fuegos monstruosos imposibles de apagar hasta que se les acaba el combustible”, ha explicado la portavoz de la campaña de incendios de WWF España, Lourdes Hernández. En algunos momentos del verano hemos sufrido la situación más temida: grandes incendios simultáneos y muy virulentos, a las puertas de núcleos poblados, que han desbordado la capacidad de los medios de extinción, como cuando a finales de agosto ardían a la vez Ávila, Zamora y León. 

“Cada verano nos lamentamos por los montes devorados por las llamas como si fuera su único destino posible, obviando la responsabilidad de las administraciones para reducir el riesgo de incendio”, ha afirmado Hernández.

No se trata de un problema exclusivo de España. Las condiciones de sequía y olas de calor asociadas al cambio climático han alimentado estos “superincendios” por todo el planeta. Hasta el 26 de agosto, el Sistema europeo de información sobre incendios forestales (EFFIS) contabilizó 547.812 hectáreas afectadas por incendios dentro de la Unión Europea, un 60% más de la media entre 2008 y 2016. Las llamas han devorado la Europa mediterránea, poniendo en riesgo poblaciones en muchos lugares, como alertaba WWF en su informe de 2017 ‘Fuego a las puertas’. En América, la Columbia Británica de Canadá ha vivido la peor temporada de incendios desde que existen registros. Y entre enero y febrero de 2017, ardieron en Chile más de medio millón de hectáreas.

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El humo de los incendios forestales cubriendo el noroeste de Estados Unidos y la Columbia Británica, una imagen de la NASA tomada el 5 de septiembre de 2017

“Estos ‘superincendios’, alimentados por el cambio climático y el abandono forestal, no se apagan con agua. Mientras sólo el 20% de la lucha contra el fuego se siga dedicando a prevención, estaremos condenados a sufrir incendios cada vez más grandes y destructivos”, ha señalado Lourdes Hernández. 

Para poner fin a la situación de abandono y aislamiento que arrastra desde hace décadas el medio rural y forestal hace falta voluntad política: planes de prevención ambiciosos y eficaces que hagan los montes menos vulnerables al fuego, con gestión forestal sostenible o la recuperación de usos y aprovechamientos. “De otro modo no sabemos si el año que viene, el próximo, o dentro de cinco asistiremos a situaciones de verdadera emergencia social”, ha comentado Lourdes Hernández.

En el caso de España, 2017 ha vuelto a dejar patente la necesidad de trabajar en planes de intervención social para reducir las altas tasas de intencionalidad y negligencias en ciertas zonas. Galicia, Zamora y León son regiones donde los incendios están muy vinculados a importantes conflictos sociales en el territorio, y al uso del fuego como herramienta de gestión. En el noroeste peninsular se han producido algo más de la mitad de los siniestros hasta la fecha y se ha quemado el 60% de la superficie total afectada. 

Para exigir medidas contra los incendios forestales, este verano WWF lanzó la iniciativa ‘Cartas desde el Bosque’: un mensaje escrito con tinta hecha con la ceniza del incendio de Doñana, con la que el propio bosque pedía auxilio contra el fuego. Más de 15.000 personas han sumado su firma a la del bosque, y cualquier ciudadano todavía puede hacerlo en: www.cartasdesdelbosque.es

Artículo originalmente publicado en la web WWF y está protegido por licencia CC BY-NC 4.0


 

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Verano y otoño de 2017 confirman que los “superincendios” del cambio climático ya están...