jueves. 28.03.2024
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Tal y como señalan Sagar y Lavallee (2010) hoy en día el modelo predominante en el deporte de base es extremadamente competitivo y centrado en querer “ganar a toda costa”, especialmente representado en las familias de los deportistas, lo que se puede apreciar dando un paseo por cualquier complejo deportivo en un fin de semana cualquiera.

Esto es debido a que muchas de ellas le prestan excesiva atención al resultado que refleja el marcador, al tiempo de juego y a la posición ocupada por su hija/o, perdiendo de vista los grandes aprendizajes que el deporte puede ofrecer a los deportistas: lecciones de compañerismo, trabajo en equipo, resiliencia, superación ante las adversidades, mejora de las habilidades comunicativas, gestión de las emociones, etc.

En el deporte (así como en la vida) tanto el padre como la madre ejercen un papel fundamental para que sus hijos se beneficien del deporte y si son capaces, mediante la actividad deportiva de éstos, de involucrarse de forma positiva en el desarrollo tanto a nivel deportivo como personal de sus hijos, lograrán que en el deporte se trabaje de un modo educativo e integral.

En este sentido, existen una serie de consejos eficaces que los padres pueden poner en marcha (Ross, Mallett y Parkes, 2015), las cuales se podrían resumir del siguiente modo:

  1. Es fácil dejarse llevar por la emoción del deporte base, todos queremos que nuestros hijos tengan éxito. Pero antes de que la temporada empiece y los nervios estén a flor de piel, escribe los objetivos en forma de aprendizaje que esperas que tu hijo adquiera a través del deporte. Guarda esta lista y tenla cerca para volver a consultarla a lo largo de la temporada, manteniendo de esta forma la concentración en lo realmente importante.
  2. Antes de la competición, ayuda a tu hija/o a prepararse tanto física (mediante un descanso adecuado y una buena nutrición/hidratación) como psicológicamente (animándole a disfrutar del partido y dar lo mejor de sí misma/o).
  3. Durante la competición anima a todos los deportistas, dejando de lado los comentarios negativos hacia los jugadores adversarios, árbitros o padres del equipo contrario. Por otro lado, un error muy común es dar instrucciones en forma de ánimos, interfiriendo de esta manera en el trabajo del entrenador y confundiendo al deportista. Una forma de evitarlo es dar ánimos que no incluyan verbos (“bravo”, “muy bien”, “perfecto”, etc.).
  4. A veces, otros padres o espectadores pierden completamente los papeles durante las competiciones con la creencia de que así benefician a su equipo. La clave está en servir de modelo de conducta siempre. Luego, si quieres ayudar a esa persona, puede que con una mirada educada o un gesto simple como bajar las manos indicando “calma” sea suficiente. De no ser así, puede que prefieras distraerle con una conversación sobre otro aspecto del juego y, si te sientes cómodo, recordarle (preferiblemente en un momento menos tenso como pueda ser el descanso) el rol fundamental que ejercen los padres para mantener un ambiente deportivo positivo.
  5. Después de la competición, resistir la tentación de recriminar o compadecerse de los errores cometidos. Asimismo, si te preocupa el estado emocional de tu hija/o después de una dura derrota, un rendimiento bajo u otra adversidad, pregúntale si quiere hablar. Si la respuesta es un “no”, hay que respetarlo.
  6. Cuando tu hija/o quiera hablar, ¡escúchale! Deja el móvil a un lado, mantén contacto visual y sonríele, demostrándole así que estás interesado en él/ella. Ayúdale a reflexionar mediante preguntas abiertas sobre lo aprendido en el partido y cómo puede mejorar para la próxima ocasión. Por último, ayúdale a reforzar su autoestima: “Sé que estás decepcionada/o por la derrota, pero una cosa que me gusta de ti es que eres el tipo de persona que no se rinde y que trata de superarse cada día”.
  7. Si tu hija/o tiene problemas con su entrenador/a (no le gusta sus entrenamientos, chilla mucho, no le da suficientes minutos, etc.) no enturbies el ambiente hablando vulgarmente de su entrenador/a, esto sólo perjudicaría al deportista. La solución pasa por ayudar a tu hija/o a preparar un encuentro privado con su entrenador/a para abordar el tema en cuestión (p.ej.: “¿qué puedo hacer para mejorar y disfrutar de más minutos de juego?”, “sé que quieres que dé lo mejor de mí, pero me pongo nervioso cuando me gritas”). Por otro lado, si tu hija/o no se queja, pero sospechas que hay un problema, puedes realizarle una pregunta abierta, del tipo: “¿cómo sientes que está siendo tu temporada en general?” Si contesta que se está divirtiendo y no percibes ningún problema en su respuesta, deja pasar el tema. De lo contrario, ayúdale a preparar una conversación en privado con su entrenador/a.
  8. Si consideras que el encuentro entre tu hija/o y su entrenador/a no ha dado resultado, solicita una reunión en privado con él. Una vez en ella, agradécele sinceramente la oportunidad de reuniros. Después, de forma educada y calmada pregúntale por su punto de vista sobre el tema en cuestión que te ha llevado a solicitar la reunión. Una vez que has comprendido su perspectiva, si no estás de acuerdo con ella, propón tus argumentos siempre que sean lógicos y válidos, manteniendo en todo momento una conversación civilizada hasta que el tema quede resuelto.
  9. Permite a tu hija/o probar diferentes modalidades deportivas si así lo desea. Muchas familias tienen la preocupación de que si no se especializa a su hija/o desde muy joven en un deporte o en una posición determinada verán mermado su rendimiento en el futuro. Sin embargo, las investigaciones (Malina, 2010) reflejan todo lo contrario, señalando que los deportistas que practican múltiples deportes por lo menos hasta la edad de 15 años están mejor preparados tanto física como técnico-tácticamente, no recomendando una especialización antes de los 12 años.
  10. Ayuda a transferir los valores que tu hija/o está desarrollando a través del deporte a otros ámbitos de su vida, como el hogar o los estudios. Al igual que en los entrenamientos, esto ha de hacerse marcándose unos objetivos claros y alcanzables, ofreciendo la ayuda necesaria, celebrando las metas cumplidas y siendo un modelo de dicho valor.

Siempre que sea posible, hazle saber a tus hijos que estás orgulloso de ellos y que les quieres (¡diciéndoselo!), independientemente de su rendimiento deportivo. Disfruta del tiempo que compartís en el deporte base, ya que no es eterno. Lo más probable es que en el futuro te gustará echar la vista atrás en conversaciones con tus hijos ya crecidos y recordar lo bien que lo pasabais durante los fines de semana de deporte base.

 

Referencias:

Malina, R. M. (2010). Early sport specialization: roots, effectiveness, risks. Current Sports Medicine Reports, 9(6), 364-371.

Ross, A. J., Mallett, C. J., & Parkes, J. F. (2015). The influence of parent sport behaviours on children’s development: youth coach and administrator perspectives. International Journal of Sports Science & Coaching, 10(4), 605-621.

Sagar, S. S., & Lavallee, D. (2010). The developmental origins of fear of failure in adolescent athletes: Examining parental practices. Psychology of Sport & Exercise,11(3), 177-187.

http://mvpsport.es/blog/diez-consejos-para-padres-de-deportistas/

Artículo de Juan Carlos Flores para el portal de recursos MVP SPORT

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