jueves. 28.03.2024
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Cuando el verano se acerca a su fin, la mente empieza a planificar la temporada invernal sin demora. El esquí de travesía siempre me ha parecido una de las actividades de montaña más sostenibles. Es cierto que implica un equipo técnico, esquís, fijaciones, pieles de foca, botas y bastones, con el consiguiente impacto ambiental de su fabricación y transporte. Pero es un buen contrapunto al esquí de pista, que no degrada el paisaje, ni implica el consumo energético y de agua de remontes y cañones de nieve. Además, el esquí de travesía evita la erosión del suelo, otro conocido impacto ambiental del senderismo, al desplazarnos sobre la superficie nevada.

A pesar de ello, el esquí de travesía no está exento de impactos. Como analiza una reciente estudio en la revista Biological Conservation, los esquiadores de travesía tienen impacto directo sobre la distribución de los caribús (Rangifer tarandus) en el Parque Nacional de Gaspésie en Canadá. El estudio muestra como la presencia de esquiadores de montaña lleva a los caribús a evitar determinadas las zonas que los esquiadores frecuentan tras la exposición a los primeros esquiadores. La respuesta de los caribús parece además depender del número de esquiadores. Según sugiere el estudio, los caribús desplazados acuden a zonas de menor altitud, donde son más vulnerables a la depredación del coyote.  

El estudio pone de manifiesto cómo actividades realizadas por un escaso número de personas pueden tener un impacto ambiental considerable. Cabe pensar que, los rebecos y sarrios en los picos de europa y pirineos, así como otras especies, se verán también afectados los esquiadores de travesía.

Estudio: Lesmerises, F., et al. 2018. Spatiotemporal response of mountain caribou to the intensity of backcountry skiing. Biological Conservation 217:149-156.


 

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