jueves. 28.03.2024
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Fotografía de Jordi Saragossa

Tres años atrás, Mira Rai no sabía que correr en senderos de montaña fuera un deporte. Hoy, esta antigua niña soldado del Nepal rural es una de las mejores corredoras de montaña del mundo.

Y está comenzando

Rai saca trofeos de una vitrina en su casa en Katmandú. Le pido que me muestre el que ganó en su primera competencia en Nepal, la que inició su carrera hace tres años, pero me dice que esa no tenía premio.

“Ningún trofeo”, se ríe.

El día que Rai se presentó a esa carrera de 50 kilómetros (aproximadamente 31 millas) a las afueras de Katmandú, no tenía idea en qué se estaba metiendo.

“Fui allí pensando que era un entrenamiento”, explica Rai. “No sabía que era una carrera. Sólo tenía una camiseta y pantalones. Otros corredores tenían mochilas y comida y yo no había llevado nada, pero simplemente corrí”.

Unas horas después, Rai se convirtió en la primera y única mujer en cruzar la línea de meta. “Yo simplemente seguí corriendo y luego, no me había dado cuenta, ¡pero había ganado!”.

Un mes después compitió en la Carrera en Sendero Mustang de 180 kilómetros que se realizó en Nepal, y ganó otra vez. Luego ganó carreras en Hong Kong, Italia y Francia. Un año después, tenía un contrato con Salomon y era la protagonista de un galardonado documental titulado “Mira”.

En enero, fue elegida Aventurera del Año de National Geographic. Y tiene apenas 29 años. Estos son los otros 9 finalistas del pasado año.

No es la vida que se había imaginado

Como muchos nepalíes, Rai creció en la pobreza. Abandonó la escuela a los 12 años para ayudar a su familia. Recorría millas de senderos escarpados llevando pesadas bolsas de arroz para llegar al mercado local.

“El trabajo allí era difícil”, dice Rai. “Las colinas eran escarpadas, así que no había mucho cultivo. Teníamos comida por seis meses, y los siguientes seis no teníamos nada”.

En las montañas que la rodeaban, una rebelión maoísta llevaba años combatiendo. Rebeldes armados luchaban para derrocar a la monarquía nepalí y establecer una república popular.

Cuando los maoistas llegaron a su aldea en 2002 buscando reclutas, Rai se les unió. Tenía 14 años.

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En 2002, cuando los maoístas llegaron a la aldea de Rai buscando reclutas, Rai tenía sólo 14 años. Pero se alistó con la esperanza de tener una vida mejor para ella y sus hermanos. Crédito: Anne Bailey.

“No me alisté porque entendiera sus intenciones o políticas, sino porque quería hacer algo”, dice.

Rai lo consideraba una manera de ayudar a sus hermanos, y una salida para ella misma.

“En mi aldea, las niñas no eran una prioridad. Pero los maoístas siempre hablaban de igualdad, que era algo que yo quería para mi vida. Así que abandoné mi educación y me uní a ellos porque pensé que podía llegar a ser algo con el entrenamiento. Y terminé aprendiendo muchas nuevas habilidades”.

Como disparar armas de asalto. También llegó a ser cinturón negro en karate y destacó como corredora.

Cuando se fue de su casa, Rai le dijo a su madre que se iría por una semana. Terminaron siendo dos años. Su padre y sus tíos la buscaron. Su madre incluso intentó suicidarse.

“Cuando recuerdo ese momento, me dan ganas de llorar”, dice Rai. “Es muy difícil. No quería que mi madre sufriera eso por mí”.

Cuando el conflicto armado finalizó en 2006 gracias a un acuerdo de paz mediado por la ONU, Rai tenía 17 años. Pensó en seguir como soldado en el ejército nepalí, pero la consideraron demasiado joven. Así que volvió a su aldea, devastada. Pero se mantuvo en contacto con su instructor de karate del campamento maoísta, y se concentró en mantenerse en buena forma física.

A la larga, su instructor le invitó a vivir con su familia en Katmandú. Y ahora, todas las mañanas a las 6 a.m., Rai hace calentamientos y practica en su dojo.

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Un joven cinturón negro muestra a Rai un kata en el dojo de karate en el que entrena diariamente en Katmandú. Crédito: Anne Bailey.

Rai considera a su instructor de karate su “gurú”, y dice que le inspira y motiva. A pocos kilómetros, un grupo de niñas nepalíes dicen lo mismo de Mira Rai.

En un club de corredores local, las niñas se turnan para contarme por qué les gusta correr, y qué les dijo Rai el día que visitó su club.

“Nos dijo ‘nunca se rindan'”, cuenta una niña. “Y que correr también es bueno para la salud”.

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Las niñas del club de corredores de la Fundación Infantil Himalaya en Katmandú, Nepal, dicen que el éxito deportivo de Mira Rai les inspira. Crédito: Anne Bailey

Pregunto al club si es fácil para las niñas hacer deportes en Nepal. Todas mueven la cabeza: no.

Rai sabe que el deporte por sí solo no va a cambiar a la conservadora sociedad de Nepal, especialmente en las áreas rurales.

“Nos consideran inferiores por ser mujeres”, explica Rai. “Pero no somos inferiores. Tenemos que participar en deportes, y tenemos que lograr que nuestro país sea conocido por eso”.

Lamentablemente, el Gobierno de Nepal apenas ha reconocido el logro de Rai y no considera como deporte a la carrera en montaña.

“Es triste saber que todo el mundo reconoce como deporte a la carrera en montaña, pero no el Gobierno de mi país”, dice.

Pero por supuesto, Rai no se da por vencida.

“Quiero pasar la oportunidad que conseguí a mis hermanitas en Nepal. Quiero ayudarlas a aprender lo que yo aprendí y a llegar a donde yo estoy ahora”, dice. “Quiero que en el futuro su fama sea tan grande como la mía”.

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Mira Rai junto a otras nueve poderosas atletas femeninas en la portada de mayo de 2017 de Outside Magazine. Crédito: Outside Magazine


Artículo escrito por Public Radio International y traducido por Milena Bernachea para el portal Global Voices reproducido aquí como parte de un acuerdo de intercambio de contenidos.


 

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Mira Rai, la "Aventurera del Año" que pasó de niña soldado a ultramaratonista