sábado. 20.04.2024

En Europa la media de reciclaje está en torno al 43%; en España la media es del 20% y más del 60% acaba en vertederos. Se están dando situaciones tan incomprensibles como el transporte de basura de una región a otra. Es esencial que reforcemos el componente estratégico a la hora de definir nuestros modelos urbanos.


El tratamiento de los residuos es un problema a escala mundial. Estados y organismos internacionales adoptan programas para intentar paliar sus efectos, pero la realidad es otra. En general se habla del problema pero no de sus causas y mucho menos de buscar soluciones. No se aplican medidas ante un problema en aumento y menos aún una planificación estratégica, dentro de ello en un entorno de tasas de tratamiento bajas.

Centrándonos en el contexto europeo, las soluciones tradicionales en el tratamiento de residuos (tratamientos mecánicos, incineradoras y vertederos) no son rentables o requieren una gran inversión y son insuficientes a la luz de los datos de Eurostat:

»En Europa la media de reciclaje está en torno al 43% y del 31% lo que se lleva a vertedero sin tratamiento.

En España la media del reciclaje es del 30% y más del 60% acaba en vertederos

Estas cifras distan mucho de los requerimientos europeos, por lo que se requiere tanto una planificación con una solución urgente, que visiblemente no se está llevando a cabo.

En España, efectivamente, los tratamientos actuales no son suficientes o no son rentables. Los tratamientos mecánicos, aunque con inversiones moderadas, tienen un alto porcentaje de rechazo, llevando hasta en algunas plantas más del 70% a vertedero y tan solo un 5% de reciclaje. Las incineradoras tienen un alto costo de inversión, además de necesitar masa crítica para amortizarla y una gran contestación social por su impacto medioambiental. Además, producen un poco más del 30% de cenizas y escorias que deben ser tratadas como residuos peligrosos. Los vertederos son fuentes de contaminación y producción de gases de efecto invernadero.

En España los tratamientos actuales no son suficientes o no son rentables

Es más, ante la imposibilidad de disponer superficies de vertedero o de capacidades, ya sea por falta de espacio o de planificación, se están dando situaciones tan incomprensibles como el transporte de basura de una región a otra. Tales son los casos de Guipuzkoa que envía su basura al vertedero de Meruelo en Cantabria, o de Ceuta, que envía por barco su basura a Algeciras. Otros casos como la incineradora de Mallorca, donde importan basura por barco de Italia, Irlanda y Barcelona son claros ejemplos de que algo no está funcionando. Todo ello con los costes extra que generan dichas operaciones. Por ello, los tratamientos actuales son insuficiente y no cumplen con las legislaciones vigentes.

Por otro lado, las bajas tasas de tratamiento de basuras, que no cubren el coste real del mismo, producen un efecto desincentivador hacia la inversión. Estas tasas deberán ser corregidas al alza. Ante esta realidad, ¿qué sucederá en Madrid en el año 2018 y 2019 cuando sus vertederos estén saturados? ¿La basura se la llevarán a las comunidades aledañas?

Soluciones

Ante esta realidad, es preciso crear un nuevo modelo capaz de absorber los cambios antes mencionados. Se trata de evolucionar hacia un modelo integrador que, basado en una visión holística donde se establezca un ecosistema interactivo entre la población, las infraestructuras y las nuevas tecnologías, responda a las nuevas necesidades sociales, económicas y medioambientales. Este modelo debe integrar el concepto de sostenibilidad integral. No se puede prever el futuro pero podemos ayudar a configurarlo planificando con antelación.

Las infraestructuras, como mecanismo que contribuye a dar respuesta a las nuevas necesidades sociales, económicas y ambientales que se están produciendo, han de iniciar también un camino de reinvención desde el mismo momento de su estudio y planificación. Es esencial que reforcemos el componente estratégico a la hora de definir nuestros modelos urbanos, partiendo de un análisis integral y dotando a los planes de visión a largo plazo. Todo para convertir las infraestructuras en unas infraestructuras inteligentes que garanticen la sostenibilidad bajo el paraguas de la tecnología.

Se trata de evolucionar hacia un modelo integrador que responda a las nuevas necesidades sociales, económicas y medioambientales

En el contexto internacional europeo hay tres grupos diferenciados: el grupo de países enfocados al reciclaje (Austria, Alemania, Eslovenia, Reino Unido, Italia, Irlanda, Islandia), el grupo de países enfocados a la valorización mediante incineración (Estonia, Noruega, Dinamarca) y el grupo de países con una solución mixta (Suiza, Suecia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo). El resto, como España, se encuentra fuera de todo grupo.

A pesar de esta clasificación, queda mucho recorrido para el cumplimiento de las exigencias europeas. Los caminos a potenciar serán el reciclaje en origen, una mejor efectividad en los tratamientos mecánicos de reciclaje y nuevas tecnologías que, basadas en la economía circular, transformen la fracción orgánica restante que habitualmente se lleva al vertedero en un recurso valorizable. Un recurso tratado mediante tecnología y que al ser valorizable no genere emisiones siendo medioambientalmente amigable. El objetivo del vertedero cero estaría más cerca con la innovación y de una manera sustentable y rentable. Algunos residuos son imposibles de erradicar como escombros y huesos, pero quedarían en forma de depósitos.

Este espacio común es, a día de hoy, aquel en el que conviven la tecnología, la energía y el medio ambiente. Hay que avanzar rápido, vamos por el buen camino, aunque muy lentamente.

Artículo escrito por Christian Manrique, publicado originalmente en Bez y reproducido bajo licencia CC BY-NC-ND 4.0