sábado. 20.04.2024
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"La naturaleza utiliza solamente las hebras más largas para tejer sus formas, de manera que cada pequeño rincón de su tela revela la organización de la totalidad del tapiz"

Richard P. Feynman, físico y ganador del Premio Nobel


Hablando de la desaparición de pájaros cantores, especies vegetales e insectos del paisaje de principios de la década de 1960, el escritor Aldoux Huxley dijo que estábamos «perdiendo la mitad de las cosas que dan contenido a la poesía».

Huxley acababa de leer un nuevo libro de gran impacto: «Primavera silenciosa», de la bióloga estadounidense Rachel Carson. Publicado en 1962, el libro obtuvo gran difusión y contribuyó a sensibilizar a la opinión pública sobre el empleo de pesticidas, la contaminación y el medio ambiente en general. La referencia de Huxley a la pérdida cultural no es trivial, sino que capta perfectamente la esencia de la biodiversidad: un término y un concepto que a menudo nos resulta difícil explicar.

Biodiversidad es un término que resulta de la unión de otros dos («diversidad» y «biológica») y que engloba toda la variedad de organismos vivos de todas las especies. Al final, la biodiversidad es la naturaleza en todas sus formas.

Un ecosistema es una comunidad de plantas, animales y microorganismos y sus interacciones con el medio ambiente. Desde la fugaz unión estival de una abeja y una flor en una pradera hasta la poderosa y continua interacción del aire, el agua y el suelo, los ecosistemas son el fundamento de la vida en la Tierra.

Cuando las abejas recolectan néctar, también recogen el polen de una flor y lo depositan en otras, y de este modo se produce la polinización. Nacen así nuevas flores que interaccionan con el aire por arriba y con la tierra y el agua por abajo. Pongamos los árboles como ejemplo. Sus hojas limpian el aire y sus raíces purifican el agua extrayendo los nutrientes. Las raíces también fijan y nutren el suelo, incluso cuando mueren. Cuando se eliminan los árboles de un ecosistema, el aire, el agua y el suelo pronto pierden calidad. Cuando se plantan árboles, incluso en una ciudad, su efecto es positivo, ya que refrescan y mejoran la calidad del aire.

Todos somos parte de este «sistema», pero a menudo lo olvidamos. Desde que nuestros antepasados comenzaron a explotar las abejas, las flores y las praderas para obtener alimentos a través de lo que actualmente denominamos agricultura, hemos ido modelando y modificando la biodiversidad. Las especies y plantas cultivadas se convirtieron en productos cuyo valor intrínseco era monetario. De la agricultura pasamos a la industrialización y donde quiera que vayamos, la naturaleza tiene que seguirnos, por muy reacia que sea.

Ya hemos cerrado el círculo: al industrializar nuestra vida, incluida la agricultura, hemos industrializado la naturaleza. Criamos insectos, animales y plantas para el mercado, eligiendo las características que convienen a nuestras necesidades. La diversidad biológica está amenazada tanto a gran escala como a nivel molecular.

Gistain, Huesca, Aragon, España.Greenpeace recoge testimonios de la España rural, para evaluar su situación, fortalezas y debilidades.Tenemos la mayor biodiversidad de Europa pero hay zonas que viven abandono desde el éxodo rural del pasado siglo. Sin el fortalecimiento de la España rural no podremos combatir la crisis climática y la pérdida de biodiversidad. ©Shutterstock para Greenpeace

La naturaleza se percibe a menudo como un lujo: conservar las especies puede ser muy aconsejable, y perderlas podría ser trágico, pero en última instancia parece un precio que vale la pena pagar si nos permite a las personas proteger nuestros puestos de trabajo y ganar más dinero.

La realidad, por supuesto, es muy diferente. Consideremos las abejas.

Las especies de abejas silvestres ya se han extinguido en muchas partes de Europa. Las poblaciones de abejas que han sobrevivido suelen ser nuevas variedades que se han asilvestrado. Sus poblaciones están siendo devastadas por todo el planeta. Las abejas tienen serios problemas que van desde los pesticidas hasta los ácaros y desde las enfermedades hasta una composición genética debilitada. Según un estudio de la Asociación de Apicultores Británicos (BBKA), el número de abejas melíferas se redujo un 30 % durante el invierno de 2007-2008. Este porcentaje representa la pérdida de más de 2.000 millones de abejas, con un coste económico que asciende a 54 millones de libras esterlinas.

La cuestión —como demuestran éste y otros ejemplos que veremos— es que la pérdida de biodiversidad no facilita el desarrollo económico: lo frena.

2010: la biodiversidad en el punto de mira

En 2002, los gobiernos de todo el mundo se comprometieron a frenar la pérdida de biodiversidad para 2010. La Unión Europea dio un paso más al comprometerse a frenar por completo la pérdida de biodiversidad en Europa en 2010. Sin embargo, un estudio de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA)(1) demuestra que, a pesar de los avances realizados en algunos aspectos, la UE no cumplirá su objetivo. De hecho, se sigue perdiendo biodiversidad a una velocidad sin precedentes.

2010 ha sido declarado Año Internacional de la Biodiversidad por Naciones Unidas y este tema será objeto de un intenso debate y análisis durante todo el año. El hecho de que no se haya cumplido el objetivo marcado ya ha suscitado un importante debate en el seno de la UE acerca de las medidas que sería preciso adoptar para salvaguardar la biodiversidad.

¿Qué está ocurriendo con nuestra biodiversidad?

Europa ha realizado algunos avances en la protección de la biodiversidad. A lo largo de los últimos 30 años, la Unión Europea ha creado una red de casi 25.000 espacios protegidos(2) en todos los Estados miembros, en un intento de proteger nuestra biodiversidad. En total suman unos 880.000 km2, que representan el 17 % del territorio de la Unión. Esta enorme variedad de parajes constituyen la mayor red de espacios protegidos del mundo, conocida como Red Natura 2000.

La legislación sobre emisiones atmosféricas (contaminación atmosférica), calidad del agua dulce y tratamiento de aguas residuales ha tenido resultados positivos, que han beneficiado a la biodiversidad. Por ejemplo, la lluvia ácida que devastó los bosques del norte de Europa ya no constituye un grave problema. La agricultura está cada vez más adaptada a su entorno, y, aunque todavía queda mucho por hacer, en términos generales la calidad de las aguas continentales ha mejorado.

Sin embargo, se sigue perdiendo biodiversidad a todos los niveles. En verano, la capa de hielo del Ártico retrocede y pierde espesor cada vez más rápidamente. En 2007, la extensión de hielo marino era la mitad de la registrada en el decenio de 1950. Esto tiene consecuencias para todos los habitantes de la región: desde los organismos microscópicos que viven en el hielo hasta los osos polares y los seres humanos. Como se verá, también los glaciares de las cordilleras europeas están derritiéndose, con graves consecuencias para decenas de millones de europeos.

En todo el mundo, más de mil millones de personas dependen de la pesca para alimentarse y subsistir. Sin embargo, la mitad de las pesquerías están casi agotadas. Es probable que la mayoría de las pesquerías comerciales actuales desaparezcan de aquí a 2050 si no se invierten las tendencias actuales. Volviendo de nuevo a tierra firme, las selvas tropicales están siendo diezmadas en beneficio de proyectos destinados a producir alimentos (como la soja y la carne de vacuno) y agrocombustibles (como el aceite de palma) que no tienen en cuenta los numerosos y valiosos servicios ecosistémicos que prestan.

Durante los últimos 20 años, las poblaciones de lepidópteros de Europa se han reducido en un 60 %(3). Los lepidópteros son valiosos indicadores ambientales, porque son sensibles a los cambios más sutiles de sus hábitats. Su desaparición es reflejo de un cambio ambiental mucho más amplio que apenas estamos comenzando a comprender.


¿Sabía que...?

La biodiversidad es la naturaleza en todas sus formas.

Un ecosistema es una comunidad de plantas, animales y microorganismos y sus interacciones con el medio ambiente.

Un «servicio ecosistémico» es un recurso o proceso que nos proporciona la naturaleza. Algunos ejemplos de servicios ecosistémicos son la disponibilidad de alimentos y de agua potable, la polinización de los cultivos y aspectos culturales como los beneficios recreativos y espirituales que nos aporta la naturaleza.(3)


¿Por qué es tan importante la biodiversidad?

La biodiversidad presta una extraordinaria variedad de «servicios ecosistémicos». Pensemos en los insectos que polinizan los cultivos que producimos, en el suelo, las raíces arbóreas y las formaciones rocosas que limpian el agua que bebemos, en los organismos que degradan los residuos que generamos o en los árboles que limpian el aire que respiramos. Pensemos en el valor de la naturaleza, en su belleza y en cómo la utilizamos para el ocio.

Estos son tan sólo algunos de los «servicios ecosistémicos» que hacen posible la vida en la Tierra. Sin embargo, hemos perdido los vínculos que nos conectaban con muchos de estos servicios básicos para la vida y raramente los vemos siquiera o los valoramos por lo que son. Este hecho por sí solo tiene enormes implicaciones para nuestro mundo natural.

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La variabilidad de los retos ambientales

Durante las décadas de 1960, 1970 y 1980, el medio ambiente era tratado en ocasiones como un conjunto de sistemas independientes. La acción política y las campañas informativas solían centrarse en problemas concretos: la contaminación atmosférica, los vertidos químicos de las fábricas a los ríos, la destrucción del Amazonas, la grave situación de los tigres o los CFC de los aerosoles. Las causas se consideraban lineales o específicas y se trataban por separado.

Hoy en día tenemos una idea diferente de las presiones que se ejercen sobre el medio ambiente. No son uniformes, ni se mantienen localizadas por condicionantes geográficos. Lo que sí tienen en común es que, en general, tienen su origen —directa o indirectamente— en la actividad humana. Nuestras pautas de producción, comercio y consumo son fuerzas motrices muy potentes, que al mismo tiempo sustentan nuestra sociedad y determinan nuestro estilo y calidad de vida y nuestro medio ambiente.

Unir los puntos

Pensemos en un niño con un cuaderno de dibujo en el que ha de formar una imagen uniendo puntos, empezando por el número uno y acabando por el punto de número más alto, situado en otra parte de la página. Al principio, la imagen tiene muy poco sentido, pero poco a poco empieza a aparecer algo coherente. Lo que sabemos de los principales problemas a los que se enfrenta la sociedad ha pasado de ser unos puntos aislados a formar el contorno de una imagen. Todavía no vemos la imagen completa, pero comenzamos a distinguir el perfil.

La biodiversidad está desapareciendo a una velocidad alarmante, fundamentalmente porque hemos abusado de la naturaleza para mantener la producción, el consumo y el comercio en la economía globalizada. Como no hemos logrado asignar un valor al capital natural, el precio de los árboles y los bosques, del agua, del suelo y del aire es muy bajo o inexistente.

En una economía en la que la riqueza nacional se mide por la cantidad que produce un país y donde el aumento de los beneficios trimestrales es más importante que las estaciones, a menudo es difícil siquiera ver la naturaleza. Con frecuencia, el capital natural ni siquiera representa uno de los puntos del dibujo.

Gestionar el futuro

De nuevo nos encontramos en un momento de reflexión y oportunidades. Las presiones que afrontamos —ya sean económicas o relacionadas con la energía, la salud o el medio ambiente— se pueden corregir. Se lo debemos a las generaciones futuras. Conseguiremos mejores resultados si admitimos que todavía sabemos muy poco del medio natural, de su complejidad y de los efectos que tenemos sobre él. Debemos redescubrir nuestra humildad y ser capaces de volver a maravillarnos al mirar a nuestro alrededor.

Artículo originalmente publicado en la Agencia Europea del Medio Ambiente protegido por licencia CC BY-NC-SA 3.0


 

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