jueves. 28.03.2024

Alas

Hablaremos de navegación, del mar, de la naturaleza, de sitios lejanos, de climas bendecidos y de  temporales bestiales... de barcos y vivencias que dejan huella, pero lo haremos desde la óptica de veleristas concienciados que lo son como opción existencial, a veces con más o menos presupuesto, y otras casi sin nada... De cómo por momentos te crees un rey, que mira el mundo desde la cubierta de su barco, en total libertad de ir y venir, y en otros tendrás que tomarte a risa, si eres consciente de lo patético que resultaría intentar explicar, de otro modo que con humor, cómo puedes haber llegado a tal situación... en fin, todo se andará, o mejor, se navegará.

Hoy la idea es presentarme. Soy del '59, nacido en Argentina, aunque resido en España desde el 2002. En pareja con Begoña (Madrid, '70), entre nuestros planes figura la vuelta al mundo abordo del “Alas”, nuestro hogar, al que seguimos preparando para el largo viaje, y con el que venimos trabajando las temporadas en programas de vida abordo entre el sur de España y Portugal.

Bego-y-Gustavo

Bego y Gustavo

¿Qué puedo decirles de Bego? Encontrar una pareja que guste del mar, de la naturaleza, de los viajes... que esté dispuesta a pagar el precio requerido y siga con ganas (si dudan de ésta aseveración, echen un ojo al trailer del documental: “La última aventura del Gandul” que nos tuvo por inesperados protagonistas, y entenderán a qué me refiero...); es para pensar, como Li T'ai-po, que (hace más de mil años) decía: “cuando uno tiene buen vino, un barco elegante, y el amor de una doncella... ¿Por qué envidiar a los Dioses inmortales?”.

Soy padre de dos hijos ya adultos. Buenos navegantes... ¿y qué remedio les quedaba? Si antes de ir a la escuela ya habían cruzado dos veces el océano, e hicieron abordo varios años de educación formal, dando exámenes en embajadas y consulados según nos pillara el viaje, mientras recorríamos desde la Patagonia hasta Europa pasando por el Caribe. El mayor, Ignacio, es fanático del surf, no por casualidad vive en Australia desde hace unos años, y el menor, Facundo, apasionado lector y escritor, publicó hace poco las líneas que siguen, que creo resumen lo que les comentaba antes.

 

Volver rugiendo al mar:

FacuEl mar es, en nuestra alma, esa fascinación que nos aterra, esa atracción que nos angustia. El mar está todo en una ola nocturna, en el rugir del viento arrasando la cumbre de una ola nocturna.

La luna nos revela la pendiente erizada, el lomo de una bestia que despierta. Sentir cómo tu barco escala esa pendiente, y vence el golpe de la cresta, saliendo con la cara al viento y a la noche, eso es el mar.

Luego vuelves al pueblo, a que te cuenten las pequeñas maldades de la gente, a que te cobren la hipoteca, a exigirte sus horarios; pero tu has visto la fuerza del mar. Y cuando te expliquen tu fracaso, y se repartan la carroña de tu cuerpo, tu sólo pensarás en el choque de la ola, sólo desearás volver rugiendo al mar.

Facundo Díaz.

 

 

Entre otras historias, allá por los '90, a la búsqueda del barco para vivir y recorrer el mundo, diseñé y construí el catamarán “Gandul”, que disfruté durante más de 20 años,

Mi primer barco de viaje, fue el todavía anterior “Gandul II” (según mi entonces suegro el “Gandul I” era yo); un “fierro” de cantos vivos, de solo 8,7 m. de eslora. Mostrarlo era como presentar un “certificado de pobreza”, pues no tenía nada de las cosas que suelen llevar los yates. Por citar solo algunos ejemplos: sin electrónica, radio, ni gps, sin motor, con mínimos interiores, su palo lo montamos con unos tubos de petróleo regalados (por entonces vivía en Comodoro Rivadavia, en plena Patagonia argentina), que pesaban más del doble de lo aconsejado, y las velas las hicimos con lonas de cubrecargas de camión, que conseguimos “por la cara”. No obstante sus evidentes limitaciones, nos llevó hasta el Cabo de Hornos y nos trajo de vuelta, aunque bastante magullados... ya les contaré más detalles en alguna otra ocasión.

La Última Aventura del Gandul TEASER from La Casa Roja Producciones on Vimeo.

Pasé también por las regatas en diferentes categorías, con relativo éxito, aunque a la hora de competir en campeonatos del mundo y de alto nivel comprendí que los podios requerían una especialización que estaba fuera de mi enfoque de vida o de mis capacidades (al principio lo veía como un mundo apasionante, luego le fui viendo las costuras, hasta transformarlo en “ocasional” para mi). Tengo una buena base técnica, incluso hice un máster de Diseño de Yates. No se trata de ser “MacGiver” abordo, pero en medio del mar suele ser conveniente acercársele.

La propuesta es, entonces, compartir singuladuras y experiencias, algunas de las que hubo, y las que vendrán.

Ya presentados, seguiremos en próximos “Apuntes de travesías”.

Continuará.


Gustavo Díaz Melogno es navegante viajero, además de monitor de vela, regatista, diseñador y constructor naval.

Sus sueños de mar, viento y libertad, lo llevaron hasta el Cabo de Hornos y la Antártida a vela, y poco a poco lo fueron transformando en un vagabundo del mar. Autor de los libros “Entre el cielo y el Mar”, y “Gandul, a fuerza de sueños”.


 

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