martes. 19.03.2024
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Kilian Jornet lo ha conseguido. El alpinista y ultramaratoniano ha alcanzado la cima del Everest por la cara norte en 26 horas, sin oxígeno ni cuerdas, dentro de su proyecto “Summits of My Life“, que inició en 2012 y que le ha llevado a intentar batir récords de velocidad en montañas de todo el mundo, siendo éste último uno de los récords más importantes de la historia del alpinismo.

Según informa el proyecto 'Summits of my life', el catalán siguió la ruta tradicional de ascensión al Everest desde el Campo Base, situado en el antiguo monasterio de Rombuk (5.100m) el 20 de mayo a las 22.00 horas en hora local (+5:45 GMT). A las 12.15 horas de este lunes 22 de mayo volvía al Advanced Base Camp del Everest (6.500m) donde confirmaba la cima, conseguida a medianoche, 26 horas después de iniciar el ascenso.

No es la primera vez que el atleta viaja a la zona para intentar la ascensión al Everest, si bien el terremoto que en el 2015 azotó Nepal impidió que la expedición pudiera llevar a cabo el reto previsto. Kilian Avisó: "Nos llevamos una gran experiencia y un buen aprendizaje para la próxima".

Hemos querido compartir un extracto de su libro “Correr o Morir” con todos vosotros, donde el propio Kilian expone el significado de lo que para él es ganar:

Ganar no significa terminar en primera posición. No significa batir a los demás. Ganar es vencerse a uno mismo. Vencer a nuestro cuerpo, nuestros límites y nuestros temores. Ganar significa superarse a uno mismo y convertir los sueños en realidad. En muchas carreras he terminado en primera posición pero no me he sentido ganador. Al cruzar la meta no he llorado, no he saltado de alegría y mis emociones no han sido una tormenta desbocada. Simplemente tenía que ganar la carrera, terminar por delante de los demás y, antes y durante la carrera, sabía, tenía la seguridad, que llegaría el primero.

Sabía que no era un sueño, en ningún momento mi mente llegó a plantearse qué sería el no vencer.

Era fácil, como un cocinero que abre su restaurante por la mañana y sabe exactamente cómo le va a quedar el bistec. No hay ningún reto, ningún sueño del que despertarse al final. Y eso, por lo menos para mí, no es ganar. Al contrario, he visto a grandes ganadores, a personas que se han vencido a sí mismas y que han cruzado la línea de llegada llorando, sin fuerzas, pero no por el agotamiento físico, que también, sino sobre todo por haber logrado terminar aquello que ellos sabían que en el fondo solo era fruto de sus sueños. He visto a gente sentarse al cruzar la meta de la UTMB y permanecer en esta posición durante horas con la mirada perdida, con la mayor de las sonrisas en sus adentros, sin creerse todavía que lo que acaban de lograr no forma parte de un engaño de la mente. Sabiendo que al despertarse podrían decirse que sí, que lo lograron, que vencieron todos sus miedos y que descendieron de los sueños para convertirlos en realidad. He visto personas que, pese a llegar cuando los primeros ya se habían duchado, habían almorzado y quizás habían tenido tiempo de echarse una buena siesta, se sienten vencedores, y no cambiarían lo que sienten por nada que les pudieran ofrecer. Y los envidio, porque en el fondo ¿no corremos para eso? ¿Para saber que nosotros somos capaces de vencer nuestros miedos y que la cinta que cortamos al cruzar la meta no está sujetada por azafatas sino que está situada allá donde nuestros sueños quieren? ¿La victoria no consiste en ser capaces de poner nuestro cuerpo y nuestra mente al límite para descubrir que estos límites nos han llevado a descubrir nuevos límites? ¿Y empujar poco a poco nuestros sueños?

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