sábado. 20.04.2024
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Durante los primeros años de existencia de Elorrieta había un guarda permanente que se volvió loco por la soledad de la montaña, en unos tiempos en que pasaba meses sin sin hablar ni ver transitar a otro ser humano. En los últimos tiempos de estancia en este refugio, el guarda trataba de distraerse haciendo representaciones teatrales en las que él era el único personaje; por lo que siempre era una sorpresa saber quién era o de qué iba a estar disfrazado quien abría la puerta.

El anterior párrafo, extraído de “El Libro de Sierra Nevada”, de Pablo Prieto,  nos da cuenta de cómo puede la soledad dar lugar a extraños comportamientos, llegando un individuo a asumir diversos disfraces para aparentar no estar solo. Y llama la atención que el escenario sea el Refugio de Elorrieta, porque la conducta de aquél bienintencionado y solitario guarda se reproduce hoy, con Elorrieta y la soledad como telón de fondo. A la luz de los documentos y las informaciones publicadas por Acción Sierra Nevada, parece que Don Lorenzo Arribas, habiéndose quedado solo en su intención de demoler el refugio, escenifique una representación teatral contra el histórico refugio en la que él, con distintos disfraces, es el único actor.

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Efectivamente se publicó lo que era un secreto a voces: que se están moviendo hilos al margen de los mecanismos oficiales de formación de la voluntad de determinados organismos para tratar de adaptar la postura oficial de dichos organismos a la opinión personal de un reducido grupo de personas o, concretamente, de una o dos personas. Dichas maniobras han tenido como protagonista a Lorenzo Arribas y se han plasmado en una reunión con el Parque Nacional y un representante de Cultura, previa a la mantenida con Acción Sierra Nevada y en la intentona de hacer pasar su texto por la voz de la comunidad montañera. Maniobra ésta que no podía más que quedar al descubierto desde el momento en que se utilizaron los argumentos – con extractos literales de su libro – que ya en su día se emplearon para promover y justificar la demolición del Félix Méndez.

Llegados a este punto cabe aclarar que el punto de vista según el cual las cumbres deben estar libres de toda intervención humana es perfectamente válido, si bien discutible. En este sentido hay que poner de relieve la actuación de Arribas con ocasión de la pretendida instalación de un radar en la cima del Mulhacén. Todos los montañeros estamos en deuda con él y quienes entonces se opusieron a semejante barbaridad. Pero ya está. Este logro no les otorga un voto de calidad cada vez que se hayan de decidir cuestiones trascendentales para el futuro del Espacio Natural o de la comunidad montañera. Entre otras cosas porque en esta ocasión se equivocan. Comparar la instalación de un radar en el Mulhacén con la restauración de un edificio histórico es una barbaridad, y a situaciones distintas hay que aplicar soluciones y criterios distintos. Si hoy se planteara la construcción ex novo de un refugio en una cima estoy seguro de que las más de 9.000 firmas que avalan la restauración de Elorrieta estarían contra semejante obra. Pero una cosa es construir y otra conservar.

Esencialmente la cuestión debe dilucidarse desde un punto de vista ambiental. Elorrieta está a 3.187m de altitud, en una zona de incalculable valor ecológico, por lo que el principal criterio para decidir qué hacer con él ha de ser precisamente el ambiental. Luego el cultural, y luego el montañero. Por este orden.

Pues bien, desde el punto de vista ambiental la restauración pretendida es perfectamente compatible con los criterios de conservación de las distintas figuras de protección que confluyen sobre ese punto concreto de la Sierra. Así se recoge en el Plan de Ordenación de los Recursos Uso y Gestión, que no es sino el documento integrado y coherente (tal y como está previsto en el artículo 28 LPNB para el caso de solapamiento entre distintas figuras de protección) en el que se establece la zonificación y las normas aplicables a cada zona. Pues bien, a Elorrieta (calificado en esta norma como Refugio Elorrieta pese a lo que ahora afirma el Director del Parque) se le asigna el grado de protección de zona de uso moderado, siendo por lo tanto compatibles los trabajos de mantenimiento, restauración o modernización de las instalaciones existentes ligadas a aprovechamientos tradicionales compatibles con los fines del Parque Nacional, que estarán sometidos a las mismas limitaciones que en el caso de la zona de uso restringido, es decir, siempre que guarden el máximo respeto al entorno, utilicen materiales y tipologías tradicionales y no impliquen un aumento de volumen o superficie. Exactamente la actuación que se pretende y exactamente igual que refugios de menor valor histórico como la Caldera, la Carihuela, el Doctor, Piedra Negra, etc. No es posible entender la actual postura del Parque Nacional más que como un repentino cambio de opinión. Pero, en Derecho, los cambios de opinión de uno o varios responsables han de contar con el sustento de la norma y con los innumerables informes que en este caso se emitieron durante el proceso de elaboración de la misma. Y en este caso la norma está claramente del lado de la restauración y conservación de Elorrieta. Hagamos memoria: desde la Ley 3/1999 por la que se creó el Parque Nacional hasta el Decreto 238/2011 por el que se estableció su Ordenación transcurrieron 11 años durante los cuales los responsables del Parque tuvieron tiempo más que suficiente para evaluar las distintas soluciones a aplicar al refugio, y la solución adoptada fue la de apostar por su conservación y otorgarle un estatus jurídico que permitiera su restauración. No es concebible que para unos mismos responsables políticos Elorrieta fuera perfectamente compatible con los criterios de conservación de las altas cumbres en 2011 y haya dejado de serlo cuando Acción Sierra Nevada propone su restauración. Si no lo era en 2011 alguien debería dar explicaciones, y si lo es hoy alguien debe explicar si se están utilizando influencias personales para posicionar un organismo público, cabiendo recordar que Javier Sánchez Gutiérrez era Director del Espacio natural ya en 2011, cuando se aprobó la norma que posibilitaba la restauración de Elorrieta.

En cuanto a las implicaciones culturales, no cabe duda de que Elorrieta es un elemento arquitectónico histórico digno de ser conservado y protegido. Se han expuesto numerosos argumentos a este respecto sobre los que no voy a incidir aquí, pero sí quiero llamar la atención sobre la reiteración que supondría la desaparición del refugio. El Patrimonio Histórico y  Cultural Granadino ha pasado por este proceso en numerosas ocasiones. Elorrieta forma parte de la historia de Sierra Nevada y dejarlo perder sería repetir el proceso que acabó con la Casa de la Lona convertida en la escombrera que hoy es o con el Arco de las Orejas escondido en un rincón del Bloque de la Alhambra, por citar solo dos ejemplos.

Y finalmente habría que hablar de cómo entender la montaña y hacer una referencia a la postura oficial de la Federación Andaluza de Montañismo, aunque ya sabemos que lo es solo de un pequeño grupo de integrantes del Club Mulhacén. El comunicado publicado por la Federación merecería un análisis punto por punto que alargaría aún más este texto. Pero dicho análisis podría reducirse a un solo extremo: no es coherente. La Federación desbrava las montañas mucho más que Elorrieta. Al refugio se llega caminando desde lejos o desde muy lejos. El argumento de que hace la cima más accesible es, por lo tanto, rotundamente falso. ¿Qué sentido tiene demoler un refugio para construirlo metros más abajo, si no es hacer más accesible el camino a las cimas? Desbrava la montaña un refugio que está al final de una pista transitable en coche, o al final de un PR perfectamente señalizado, o de ambos. Nuestras montañas están llenas de paneles, hitos e indicaciones que jalonan sendas construidas en una época en la que las gentes que transitaban la sierra se tomaban la molestia de conocer los caminos. Están igualmente llenas de paneles interpretativos que explican in situ que este o aquel árbol es un castaño singular, o que aquí se extraía tal mineral. Y cada cruce de cada senda tiene un hito que nos indica por dónde ir y por dónde no. Dichos paneles e hitos son colocados por la Consejería de Medio Ambiente u homologados por la Federación, por lo que la pregunta es si nuestras instituciones han entendido bien cual es la relación del hombre con la Sierra, puesto que paralelalmente se fomenta el deterioro y la pérdida de todo rastro de aprovechamiento tradicional de la sierra, fomentando los -ismos frente a los -eros y -ores. Este fenómeno, por lo demás, no es exclusivo de Sierra Nevada: podría ponerse el ejemplo de la vecina Sierra de Cazorla, donde se han dejado perder casi por completo las históricas sendas de la época de Mackay y las Casetas Forestales fueron dinamitadas en su mayor parte, si bien en muchos casos junto a los escombros se ha instalado un panel que indica que allí hubo un día una caseta con un guarda y su familia. Siguiendo con el paralelismo, de no lograrse la restauración de Elorrieta la cima correría la misma suerte que la del Gilillo, donde un panel ha sustituido a la caseta de fogoneros que siempre culminó la montaña. ¡No lo permitamos!


 

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