jueves. 28.03.2024
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Desde que se lanzó el primer satélite Landsat en 1972, se han capturado cientos de imágenes de la Tierra

Con la técnica empleada por este satélite, peculiares formas y colores emergen de la naturaleza

`Earth as Art 4´ (La Tierra como Arte 4) es la nueva exposición que recoge las 37 fotografías más asombrosas


Una acuarela amarilla parece haberse derramado sobre el lienzo, estropeando con sus lágrimas el dibujo de un pedazo de tierra. El artista ha manchado el pincel de azul para tratar de arreglarlo. Finalmente, ha decidido dejarlo así: la combinación de colores puede hacer que el espectador se pregunte si es el mar que quería inundar el territorio o si se trata de la lava de un volcán despertando de su letargo.

Aunque lo parezca, la imagen que ves sobre estas líneas no es una obra de arte abstracto creada por un humano, sino una atractiva imagen real que plasma los patrones de la naturaleza captada por un satélite. Así ha retratado el Landsat 8 un estuario tropical australiano dominado por el río Ord, rodeado por manglares de color verde oscuro y sedimentos plasmados en tonos amarillos, rojos y azules.

Desde su lanzamiento en 2013, este satélite que orbita a una altitud de 700 kilómetros se encarga de estudiar el estado de las grandes extensiones de vegetación, la influencia de los desastres naturales o los cambios de paisaje provocados por el desarrollo humano. Lógicamente, no capta fotografías al uso, sino que sus sensores registran diferentes longitudes de onda en el espectro electromagnético. Con esa técnica, peculiares formas y colores emergen de la naturaleza. Por eso, el hielo del glaciar Koettlitz de la Antártida puede tener un color azul añil y las rocas que lo rodean tonos amarillos. El satélite engaña a nuestros ojos, haciéndonos creer que se trata de una pintura cuarteada en lugar de un paisaje helado. 

También podríamos pensar que estamos observando un mosaico en lugar de campos de azúcar, maníes y maíz a orillas del río Tieté en Brasil. Los colores de las falsas teselas no son meramente decorativos: los lavanda, púrpura y azul indican que los cultivos están en crecimiento, mientras que las manchas mostaza representan el entorno urbano.   

Desde que se lanzó el primer satélite Landsat en 1972, se han capturado cientos de imágenes de la Tierra cada día para estudiar cómo cambia a lo largo del tiempo. El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS por sus siglas en inglés), almacena desde entonces un incomparable registro digital de la evolución de la Tierra. Sus investigadores seleccionan desde 2002 las imágenes estéticamente más bellas para demostrar que la ciencia y el arte pueden ser grandes aliados.  

Earth as Art 4 (La Tierra como Arte 4) es la nueva exposición que recoge las 37 fotografías más asombrosas tomadas por Landsat en los últimos tiempos. Una muestra itinerante que puede visitarse en el USGS National Center en Reston (Virginia), aunque también existe la posibilidad de recorrerla online para admirar el planeta desde cualquier lugar.   

El satélite Landsat permite que veamos la conocida como tierra del terror de Argelia, una de las zonas más inhóspitas del desierto del Sáhara, a todo color. Las formaciones de arenisca de este área sin vegetación, moldeadas por la erosión del viento, se asemejan según los sensores del satélite a las vetas de la madera, solo que teñidas de un color fluorescente.

También podemos ver infinidad de tonalidades en Un estudio en color, el nombre que han puesto los investigadores a una imagen que muestra los canales de una antigua red de drenaje en Kenia, que curiosamente es de color violeta. Sin embargo, la bella estampa oculta la realidad del lugar que muestra: las mancha oscuras de algunas partes de la fotografía son en realidad campos de refugiados.

Los ríos están entre los elementos que más sorprenden en todas las imágenes recogidas por Landsat. Huyendo del diseño realista de Google Maps, descubrimos el boliviano río Beni, situado en la cuenca amazónica, similar a un largo hilo azul. A su paso, deja algunas hebras tras los meandros que se conocen como lagos en herradura. También sorprende la imagen del Nilo captada por el satélite. El desierto de tonos violetas contrasta con la abundante vegetación que rodea al río sagrado de Egipto.  

En ocasiones, la lejanía de estos planos cenitales ayuda a descubrir sugerentes formas en la Tierra. Es el caso del llamado ojo de Quebec: un cráter de 214 millones de años y 65 kilómetros de ancho ocupado ahora por el lago Manicouagan. Más asombrosa aún es la imagen de las islas Spicer en el ártico de Canadá, donde el hielo -de color rojo- parece haber formado una célula. 

El selfie de la Tierra es otra de las fotografías más espectaculares de la exposición. La costa de Marruecos se ha autorretratado vigilando el mar en una foto de perfil en la que adivinamos su nariz, su ojo, su boca e incluso su barbilla.

Si deseas contemplar el planeta como nunca antes lo habías visto, no hace falta que busques ficticias ilustraciones. Un satélite también puede ser un artista que despierte tu imaginación mostrándote la Tierra tal y como es de una forma que ningún humano sería capaz de captar.

Artículo escrito por Cristina Sánchez, publicado originalmente en Bez y reproducido bajo licencia CC BY-NC-ND 4.0