jueves. 28.03.2024
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Cuarto capítulo de la serie El Casino del Hambre: cómo influyen los bancos y la especulación financiera en los precios de los alimentos. Pincha aquí para ver el tercero.

Liberalización de los mercados financieros y agrícolas: dos procesos paralelos

En las últimas décadas, se ha vuelto más complejo el modus operandi de la especulación alimentaria. Su forma actual es el resultado del acercamiento de dos procesos de distinta índole pero que han ido convergiendo hasta la penetración del capital financiero en el mercado internacional de los alimentos. El primero de estos procesos radica en la maduración de la especulación en los mercados financieros. A la vez que se fueron introduciendo nuevos instrumentos en las principales bolsas, iba creciendo el espacio de las “transacciones entre particulares” (OTC [18]), en el cual los gobiernos no tenían ni tienen hoy, ninguna autoridad y ni tan siquiera información verificada. En este espacio, se mueven sumas colosales que equivalen aproximadamente a 10 veces el PIB mundial actual, o más de 30 veces el valor de los contratos comercializados en los mercados de futuros.

El segundo proceso tuvo lugar en el mundo agrícola a nivel global afectando sin precedentes a los pequeños productores y productoras en el Sur, pero también en el Norte. Se trata de la liberalización de los mercados agrícolas mediante el desmantelamiento de las políticas nacionales de control de los precios. Las consecuencias sociales de la política neoliberal en este sector han sido bien documentadas y son una arena de lucha constante para organizaciones como la Via Campesina, mientras que por el contrario el Banco Mundial ha argumentado que los precios mundiales se estabilizarían gracias a esta apertura comercial. La FAO ha constatado lo contrario. En los últimos 20 años, la volatilidad de los precios de los productos básicos agrícolas no ha cesado de aumentar [19]. Si recordamos que la fluctuación de los precios resulta muy atractiva para la especulación porque es precisamente a partir de la primera que se generan los beneficios, entendemos el interés creciente del capital financiero por ir entrando en este sector.

 

Abonando el terreno para la especulación

Entre 1990 y 2000, las regulaciones vigentes en el mercado de futuros fueron debilitadas a partir de un intenso labor de lobby protagonizada notablemente por bancos como Goldman Sachs, que comenzaban a invertir masivamente en los productos básicos. Este banco creó en 1991, por ejemplo, un fondo para poder invertir en el precio de las materias primas, tal y como si se tratasen de las acciones de cualquier empresa que cotizara en la bolsa. Ese mismo año, el fondo fue eximido de las limitaciones aplicadas a los especuladores [20].

La reducción de las limitaciones no se detuvo en aquella época, sino que ha seguido ocurriendo. En el mercado del trigo de la Bolsa de Chicago, hasta 2006 se ampliaron los límites de posición de seis entidades financieras. Éstas pasaron de un número máximo tolerado de 39.000 contra tos (equivalentes a 5.3 millones de toneladas) a 130.000 (17.5 millones de toneladas). Se trata de una proporción no desdeñable en un mercado que representa 60 millones de toneladas.

En esos años se fue abonando el terreno para la entrada del capital financiero en el mercado de las materias primas. En un contexto de plena expansión económica y demográfica, se veía como muy improbable que la demanda de materias primas, y sobre todo de alimentos, pudiera disminuir.

 

Una ingeniería financiera cada vez más compleja

Cuando un fondo de pensión o una compañía de seguros quiere obtener beneficios mediante la especulación en el sector de los derivados de commodities, sean alimentarios o no, suele basar su inversión en índices de productos básicos (“Commodity index”), los cuales incluyen materias primas muy distintas (energía, metales industriales, metales preciosos, agricultura, ganadería). Podemos imaginarlos como una suerte de cesta en la que cada ingrediente se refiere a un contrato de futuro de un producto básico. El índice en sí, consiste en un valor calculado matemáticamente a partir de los beneficios que generen los contra tos de futuros de cada producto que lo integra. Estos índices suele ser gestionados y operados por fondos especulativos (“hedge funds”). Existen varios ejemplos de este tipo de fondos en el Estado Español [21]

Los fondos de cobertura (Hedge Funds), que muchos denominan “fondos especulativos”, están abiertos a un número limitado de socios (frecuentemente grandes fortunas) que pagan una participación al gestor del fondo. Como su nombre lo indica, buscan cubrir riesgos inherentes a sus inversiones mediante la diversificación de los sectores en los cuales toman posición, y por ello están presentes en un muy amplio número de sectores. Estos fondos están eximidos de un gran número de regulaciones que usualmente se aplican a los fondos de inversión. A pesar de su nombre, estos Fondos no cubren riesgos. Al contrario, realizan las apuestas más arriesga das que pueden y buscan obtener un beneficio máximo en un mínimo de tiempo. Suelen prestarse grandes cantidades de dinero e invertirlo en productos derivados.


Notas

[18] Las siglas se refieren a su apelación inglesa: “Over-the-Counter”

[19] Boussard, Gérard y Piketty (2005) referencian cómo al suprimir las barreras aduaneras entre mercados, las diferentes fluctuaciones de los precios entran en “resonancia”, rebatiendo la teoría clásica dominante de los “grandes números”.

[20] WDM - World Development Movement. The great Hunger lottery: How banking speculation causes food crises. 2010a. http://www.globaljustice.org.uk/sites/default/files/files/resources/hunger_lottery_report_6.10.pdf

[21] Enero de 2011, Depósito 100% Natural de Catalunya Caixa que “permite obtener hasta un 7% de rentabilidad anual”, o el Depósito Materias Primas de Caixa Girona en 2010

Artículo extraído del informe El Casino del Hambre: Cómo influyen los bancos y la especulación financiera en los precios de los alimentos coordinado por Juan Felipe Carrasco y publicado originalmente por Amigos de la Tierra. Este artículo ha sido elaborado por el equipo de redacción de Amigos de la Tierra a partir del informe de Mundubat de 2011 con el mismo título.


 

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