viernes. 29.03.2024

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Trabajadores de la fábrica que usó Rip Curl en Pyongyang, Corea del Norte. Foto: Anjaly Thomas/Sydney Morning Herald

El pasado febrero, se descubrió que la línea de montaña de la temporada 2015 de la conocida marca australiana Rip Curl había sido producida en una fábrica norcoreana, según el periódico australiano Sydney Morning Herald (del cual se han hecho eco diarios internacionales como The Guardian). La fábrica situada a las afueras de Pyongyang (Taedonggang), al igual que el resto del país, presentaba unas condiciones de trabajo que rozaban la esclavitud, según denunció la prensa australiana y ONGs como Oxfam. Tras aceptar que esto era verdad, la marca se disculpó diciendo que había sido una subcontrata la que había realizado la deslocalización de la producción al país asiático sin el conocimiento de la dirección de Rip Curl.

Sin embargo, como dijo Helen Zoker, de Oxfam Australia, "las compañías son responsables de las violaciones de derechos humanos en sus negocios, no solo moralmente, sino también dentro del marco internacional legal de los derechos humanos". A pesar de que ya empieza a haber marcas dentro de la industria del surf que públicamente muestran el origen exacto de sus productos (Outerkown, por ejemplo), Rip Curl parece pasar un poco del asunto.

Corea del Norte, como bien podréis saber, no es el mayor defensor de los Derechos Humanos, como han demostrado diversos, autores, como por ejemplo Roberta Cohen en el artículo publicado en el International Journal of Korean Unification Studies (ver también Hawk 2003). El reputado diario The Guardian resaltó en su día que se estima que este país ha enviado alrededor de 50.000 personas a trabajar en países como Libia, Mongolia, Nigeria y Rusia en el sector salud, la construcción o la hostelería (según Aminstía Internacional 2015, en línea con los datos de Human Rights Watch 2015). Amnistía Internacional también informó que estas personas estaban en situaciones de "jornadas laborales excesivas y condiciones de seguridad deficientes", y sin conocimiento de la legislación laboral, ni acceso a instituciones que controlaran su cumplimiento. Estos trabajadores no recibían los sueldos directamente de sus empleadores, sino a través del gobierno norcoreano, el cúal se quedaba con partes importantes del mismo. A estas personas además, se les impedía el contacto con la población local y se les tenía bajo vigilancia constnate.

Aunque las obligaciones empresariales en relación a los Derechos Humanos están bien definidas, especialmente tras la resolución del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (Resolución A/HRC/17/31, del 21 de marzo de 2011), la realidad es bien distinta, como ha evidenciado el escándalo de la conocida marca de surf. De la fábrica que Rip Curl usó en Corea del Norte salieron 4000 piezas de ropa que fueron distribuidas por Europa, Chile, Canada y Australia antes de que el escándalo se destapase. Rip Curl ha adoptado una posición proactiva contra el problema, y, aunque escurriendo el bulto hacia las subcontratas, como si el problema no fuera intrínsecamente suyo (para leer mas sobre la responsabilidad corporativa, en Oxfam International), lanzaron un comunicado de prensa señalando que:

  1. We have stopped working with the supplier.

  2. We are removing any remaining stocks of all seven styles from our stores, and will either destroy or donate the jackets to an appropriate charity as long as they are not sold. They are (as pictured): SGJAM4, SGJAQ4, SGJBL4, SGJBE4, SGJBI4, SGJBM4, SGPAI4.

  3. We are offering a full refund or replacement to any customer who has purchased one of the unauthorized styles and they should take it to the Rip Curl store nearest to them to do so or contact their local Rip Curl office.

  4. We are strongly reinforcing to our suppliers that they may not outsource production without our approval.

  5. To ensure our suppliers comply with our requirements we are significantly increasing our inspections of goods as they are being produced to ensure they are made in an approved factory.

  6. We are still calculating the exact profit on the sale of the product concerned. We are going to get our staff in the regions where this product was offered for sale to nominate appropriate charities to which this money can be put to good use and will announce that here shortly.

Además, han decidido donar los beneficios de esta línea a Amnistía Internacional (la empresa australiana tuvo un beneficio durante el año 2015 de más de 450 millones de dólares, de los cuáles la mayoría vienen de su línea de ropa). Los beneficios sí, no sea que vayan a tener perdidas por donar la totalidad de lo embolsado con la violación de derechos humanos.

Otro episodio más que demuestra lo bajo que ha caído la industria, que en su mayor parte se encuentra muy alejada de los valores originales de la cultura surf. Si puedes y no supone mucho jaleo, mira bien de dónde viene la ropa de surf que te estás comprando.

 

R.I.P. RIP CURL

 

Si quieres saber más sobre la situación de los derechos humanos en Corea del Norte, visita:


 

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