viernes. 29.03.2024
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Clásicamente el arnés es una pieza fundamental en nuestro trabajo diario y está presente en casi todas las actividades que desarrollamos como la escalada, el descenso de barrancos, ferratas y tirolinas.

Es evidente que la introducción del arnés en estas actividades a finales de los años 60 e inicio de los 70 supuso una importante novedad en la seguridad para nosotros y nuestros clientes, haciendo más fácil nuestro trabajo y facilitando el acceso al medio de personas con un nivel técnico más bajo.

Tradicionalmente los accidentes con este material se ha producido por fallos en el propio material, siendo prácticamente nulos los producidos en el ámbito del trabajo profesional de un Guía por una incorrecta utilización del mismo.

En otro apartado estarían las lesiones traumáticas consecutivas a la detención brusca tras una caída libre al vacío. Sin embargo, la utilización del arnés también va asociada a una patología muchos más grave y menos conocida como es el “Síndrome del Arnés” o también denominado “ Trauma de la suspensión”. Esta patología puede darse a sí mismo en personal extenuado o físicamente débil que sin sufrir una caída se quede bloqueado en tirolinas, rapel, descuelgues y todas aquellas maniobras en las que se pueda producir una suspensión.

La caída de un cliente, asegurada a una cuerda mediante un arnés y su detención posterior no es necesariamente la parte más peligrosa del accidente. Después de la caída viene la fase de la suspensión en el vacío y esta fase puede llegar a ser rápida y potencialmente peligrosa e incluso mortal, especialmente si la víctima ha quedado inconsciente o sin posibilidad de moverse e incluso se puede dar el caso de sobrevenir la muerte si el cliente es bajado consciente y no se realizan las maniobras de reanimación correctas, remarcando que no es necesario que se produzca una caída para que se produzca una suspensión y aparezca este síndrome.

La razón de este síndrome hay que buscarla en la siguiente mecánica de funcionamiento nuestro sistema sanguíneo:

Cuando se está inconsciente o la posibilidad de moverse no existe. Es entonces cuando el sistema venoso de las extremidades, especialmente las inferiores, puede almacenar grandes cantidades de sangre y, por tanto, queda poca sangre circulando. En definitiva, supone una falta de riego sanguíneo a los órganos vitales (cerebro, corazón) que puede llevar a la muerte. Por lo tanto, el síndrome del arnés es una patología que precisa de dos requisitos imprescindibles para su aparición: suspensión e inmovilidad. Y ésta inmovilidad puede darse tanto en personas inconscientes, como en conscientes y que agotadas pueden quedar suspendidas en posición inerte al ceder la tensión de los músculos abdominales.

Desde las primeras referencias al síndrome del arnés, se han descrito muertes en víctimas rescatadas vivas. En algunos casos el fallecimiento se producía en la primera hora después de haber sido rescatado, en otros casos varias horas más tarde y en algunos casos transcurridos varios. La muerte inmediata al rescate, “muerte del rescate”, podría deberse a una sobrecarga aguda cardiaca, al colocar a la víctima en posición horizontal una vez rescatada. El retorno masivo de la sangre acumulada en las extremidades durante el tiempo de suspensión llega bruscamente al corazón, produciendo una sobrecarga que puede llevar a la muerte.

Para evitar esa sobrecarga aguda del corazón que puede llevar a la “muerte del rescate”, sería aconsejable no poner a la víctima ni durante el rescate ni después del mismo en posición horizontal, recomendándose una posición semisentada, bien sea en “cuclillas” o agachada. En caso de víctima inconsciente se podría recurrir a la posición fetal. Se mantendría en éstas posiciones unos 20 a 40 minutos y posteriormente pasar gradualmente a la posición horizontal.

Por esto hay que estar atentos a estas premisas y actuar desde un primer momento e indicar al cliente la necesidad de realizar una movilización de las piernas o los cambios de posición de las mismas se produzcan de forma continua e inconscientemente y proceder a un rápido descuelgue hasta un lugar que le permita mantener una posición

No existen datos acerca de accidentes provocados por este síndrome con clientes en nuestro país, pero si es un riesgo que hay que tener en cuenta cuando tenemos que realizar trabajos con grupos, niños, clientes con poca condición física o en situaciones en que se puedan producir situaciones de suspensión prolongada.    ajos con grupos, niños, clientes con poca condición física o en situaciones en que se puedan producir situaciones de suspensión prolongada.


 

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